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Diecinueve días atrás...
No tenía idea de cómo la niña había conocido a Nikolai, pero el miedo era latente en su expresión. Lo deduje no solo porque acababa de llamarme con ese nombre, sino por la forma en que me miraba después de tropezar conmigo en el pasillo.
—Escondida... De cualquier manera... —pronunció, como si delirara—. Están aquí.
Alma se inclinó hacia adelante y la ayudó a ponerse de pie. Fue al verla que Lizzie salió del trance. Sin embargo, su última declaración cambió el rumbo de todo.
¿A quiénes se refería?
Debieron asustarla tanto que escapó.
—¿Dónde están Samantha y Cheyanne? —pregunté, y la niña dio un brinco. Alma tampoco perdió tiempo y la tomó de los brazos, de manera que ambas se miraron.
—¿Dónde está mi hija, Lizzie? —preguntó, pero la niña parecía haber regresado a su silencio habitual—. Por favor, dime.
Después de un largo silencio, finalmente respondió:
—Ya estaba aquí.
—¿Qué dices? —inquirió la mujer—. ¿Quién?
—Esa persona... En los pasillos, y luego en la piscina.
—¿De qué habla? —Laurent me preguntó en un susurro. De pronto me sentí mareado. Me costaba pensar con claridad. No sabía a quién se refería, solo se me ocurría una persona. ¿Escapaba de él?
—¿Nikolai estuvo aquí? —pregunté, y Lizzie me miró con intensidad. Como si quisiera reconocerme en este rostro. Luego, de manera lenta, negó con la cabeza y pronunció:
—Natanael.
Era una cara que no me resultaba ajena en absoluto. Durante los últimos cuatro años, tratándose de un empleado en el bar de la piscina, donde se especializaba en servir bebidas a los huéspedes. Conocía su nombre y su historia, pero si él había logrado asustar a la niña y si era de quien intentaba escapar... ¿Dónde estaban ahora ellas?
Un escalofrío recorrió mi espalda, y por primera vez en mucho tiempo, el miedo me envolvió, amenazando con desequilibrarme. Sentía cómo me oprimía, tratando de ahogarme, pero yo no iba a permitir que me aplastara.
—Fue tras ellas —concluí, aunque mi boca se movió lento, de manera extraña. Todos me miraron, pero no permití que me hicieran preguntas. No había tiempo que perder—. José, mi intención no era en absoluto involucrarte en este asunto, pero si los policías ya están al tanto del estatus migratorio de Samantha, es muy probable que también estén buscando a su madre.
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Servicio de hotel
RomanceSAMANTHA Decide emigrar de Latinoamérica a los Estados Unidos con la visa a punto de caducar y la necesidad de recurrir a documentos falsos para sobrevivir. Su destino la conduce a un sótano en condiciones desastrosas, ofreciéndole una bienvenida q...