Consigo llegar al aeropuerto quince minutos antes de las doce y una vez que pago el estacionamiento y estaciono el auto, voy a paso apresurado por el aeropuerto y llego hacia la ventanilla donde venden los boletos.
─Hola ─digo con voz agitada por venir casi corriendo.
─Hola, ¿en qué puedo ayudarte?
─¿Vuelos para Canadá? ─Pregunto con voz seca y niego para mi misma─. ¿Ya salieron? ¿sabe cuál es el último vuelo?
Estoy echa un manojo de nervios que me olvido por unos instantes de las cosas y niego de nuevo para despejar mi mente.
─Especificamente el vuelo de las doce, ¿ya salió?
Por favor, dime que no, dime que no, dime que no...
Me repito en mi mente una y otra vez impaciente.
Espero mientras ella teclea y cuando dirige su vista hacia mi le ofrezco una amable sonrisa.
─El vuelo de las doce aun no sale, señorita, ¿desea adquirir un boleto?
─No. Gracias.
Antes de que ella pueda decirme algo me voy corriendo a buscar a Oliver hacia la salida, pero me detengo en seco a mitad de la nada cuando no tengo ninguna manera de contactarlo. Todo esto es tan improvisado que estoy comenzando a odiarme por actuar por impulso, nada de esto es lo mío, prefiero las cosas meticulosas y que prácticamente ya están planeadas, eso es lo mío, no venir a un aeropuerto de la nada a buscar al chico que me dijo que se marcharía así sin más.
Te odio, Oliver Adams.
Digo en mi cabeza al negar y saco el celular para intentar llamarlo, pero no me responde la primera, segunda ni tercera llamada lo que me hace desesperarme más de la cuenta. Continúo llamando mientras camino de un lado a otro leyendo las salidas, debo encontrar la de Canadá a como dé lugar.
─¿Sí? ─Escucho su voz ronca a la quinta llamada y el corazón se me acelera.
─¿Oliver? ¿Dónde...?
─¿Emilie? ¿Qué pasa? ─Pregunta con algo de tranquilidad y lo maldigo por lo bajo por escucharlo tan sereno a diferencia de mí.
─¿Qué que pasa? Pasa que eres un imbécil Oliver, el mayor de los imbéciles ─le digo mientras camino entre la gente y continúo siguiendo direcciones, Dios, debí preguntarle a la mujer de la taquilla cual era la salida en vez de echarme a correr como lo he hecho, de lo contrario, probablemente ya habría dado con él─. ¿Por qué siempre tienes qué complicarlo todo? ¿De verdad deseabas irte? ¿No tenías otra alternativa? Porque me parece que eres de verdad un idiota por hacerlo, ¿qué hay de Lisa? ¿De tus amigos? ¡De todos!
Oliver no dice nada, pero lo escucho soltar un bufido del otro lado de la línea y tomo una gran bocanada de aire antes de volver a hablar.
─Emilie...
─No Oliver, ¿qué acaso no lo ves? Tienes muchas personas aquí que te quieren, tu vida está aquí no en Canadá junto a Ryan y créeme que me alegro de que tú y él estén haciendo las pases, pero no debiste irte, no puedo aceptar eso, no acepto que te hayas marchado sin antes considerarlo bien, ¿qué no pensaste en nadie más que tú? Eres un egoísta.
─Emilie...
─No me interrumpas, tengo mucho qué decirte. Que sepas que estoy furiosa.
Y lo estoy, estoy furiosa ante el hecho de que seguro ya está dentro de ese avión a punto de despegar, escucho a un guardia decirle a una familia que la salida a Canadá está al otro extremo del aeropuerto y suelto una maldición, pero trato de recordar las indicaciones y el número de salida que le ha mencionado a la familia. Me va a tomar tiempo llegar, pero espero no sea imposible.

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Todo lo que quiero eres tú
Teen FictionTras cumplir la lista y dejar a Emilie con un corazón destrozado, Oliver ha vuelto a cruzarse en la vida de Emilie después de tres meses en los que creyó superar a su primer amor, sin embargo, el primer amor nunca se olvida y menos cuando viene de n...