Capítulo 25. Mensajes de buenas noches.

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El jueves por la tarde, mamá me deja a Milo con Lisa cuando le digo que llegaré tarde a casa, pero me pide que vaya por mi hermano antes de irme a casa ya que ella hará turno de noche en su trabajo. No he visto a Oliver en días y cuando veo su auto estacionado en la cochera de su casa, me siento insegura de llamar a la puerta.

Podría dejar a Milo, irme a casa y decir que me olvidé de recogerlo. Aceptaría el castigo de mamá.

Vamos, Emilie. No seas infantil.

Me dice una voz en mi interior.

Antes de que pueda marcharme Lisa abre la puerta y me saluda con un abrazo, me pregunta cómo ha ido mi día en la universidad y me cuenta que está terminando de preparar la comida, todo esto lo dice mientras camina de vuelta a la cocina, tengo pensado seguirla, pero me detengo a mitad de camino cuando escucho la risa de Milo y me acerco solo para contemplar al pequeño jugando con Oliver animadamente, Milo trae consigo un avión que mueve en el aire y Oliver al parecer lo carga en brazos mientras hace con su voz el sonido que haría un avión según su imaginación.

Es una escena bonita, imposible de ignorar y solo pienso que somos muy afortunados de tener a Lisa y —aunque no siempre las cosas son perfectas con él—, Oliver.

Por suerte los chicos no se percatan de mi presencia y puedo escabullirme con Lisa sin llamar su atención, al entrar a la cocina, Lisa está preparando la cena por lo que me ofrezco a ayudarla y ella con gusto acepta asegurando que necesita una mano extra.

─¿Cómo has estado Emilie? ─Pregunta Lisa con curiosidad, le doy una sonrisa un poco tímida.

─Bien, ya sabes, un poco ocupada con la universidad, pero bien.

─Oh sí, a Oliver también lo mantiene ocupado la universidad últimamente, pero es importante que sigan con sus estudios.

─Claro, mejor no descuidarlos.

─Así es.

─¿Qué es lo que estás cocinando? ─Pregunto acercándome a la estufa junto a ella.

─Fetuchini Alfredo ─responde─. ¿Se quedarán a comer?

Pregunta con curiosidad, creo que se da cuenta de mi inseguridad de si quedarnos o no. La idea era venir solo por Milo y llevarlo a casa, pero me gusta como cocina Lisa.

─Hace tiempo que no comes aquí...

Se atreve a decir, percibo en su tono de voz un poco de insistencia.

─Yo...

─Seguro Milo no querrá irse sin comer.

Interviene y es cierto, Milo adora la comida que Lisa prepara todo el tiempo.

─Tampoco yo.

Termino diciendo y mi comentario la alegra.

Le ayudo a poner la mesa y veinte minutos más tarde, llamamos a los chicos para comer. Milo se sienta junto a Lisa, dejándome a un lado de Oliver, quien no ha dicho ni una palabra desde que me vio y sinceramente, no sé cómo sentirme por ello.

Debería ser absurdo que, aunque a veces no lo admitamos, nos gusta recibir atención de los demás o al menos eso creo en estos momentos, porque deseo que Oliver me hable, me diga lo que sea que pase por su cabeza, es más, me gustaría hasta que me pidiera que le pasara el salero.

Continuamos la cena con una conversación un tanto escasa. Después, me ofrezco a ayudarle a Lisa con la mesa y lavar los trastos sucios cuando Milo le pide a Oliver jugar un rato más.

Una hora más tarde, Lisa me dice que debe irse y yo pienso ir a casa también pero cuando voy a buscar a Milo, veo que se ha quedado dormido en el sofá con Oliver a un lado viendo una película.

Todo lo que quiero eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora