Capítulo 40. Poner limites.

2.6K 318 44
                                    

Los días pasan y Oliver y yo no volvemos a estar en contacto, aunque le he escrito un par de veces siento que rechaza mis mensajes cuando los llega a ver después de más diez horas o dos días.

Debo confesar que, aunque estoy segura que todas las personas estamos ocupadas en algún punto y no siempre nos la vivimos pegadas a nuestros teléfonos, me molesta cuando alguien no responde a mis mensajes.

Detesto a esa clase de personas que se toman horas, días y semanas en responderte un mensaje como si nada, aquellos que siguen una conversación después de ignorarte por días, ¿Qué es lo que realmente pasa por su mente para hacer eso? ¿De verdad piensan que hacen un beneficio con eso? Porque desde mi punto de vista, solo van haciendo que uno quiera alejarse definitivamente, en especial cuando tienes un interés por esa persona.

Incluso esas personas que suelen hablarte y después dejarte en visto una vez que les responden también son frustrantes a la hora de conversar, o esas que ignoran todo lo que dices, no entiendo qué es lo que pasa por su cabeza para ser de ese modo. Digan lo que digan y cual sea que sea su justificación, para mí es una actitud de alguien ignorante e irrespetuoso.

Decido enfocarme en mis clases y las tareas en mi intento de no pensar todo el tiempo en Oliver, espero no sonar como alguien aprehensivo ─que tal vez lo sea─, pero me es un tanto imposible no hacerlo. Para el lunes, mamá me pide recoger después de clases a Milo en casa de Lisa, quien me recibe como siempre sonriente.

─¿Qué tal la escuela hoy, Em? ─Pregunta mientras cierro la puerta a mis espaldas. La sigo a la cocina donde parece estar preparando palomitas junto con Milo.

─Estuvo bien, las horas se fueron rápido.

─Me alegro, tu mamá llamó, dijo que vendrías por Milo temprano. Me gustaría cuidarlo hasta tarde, pero tengo un chequeo en el médico.

─Tranquila, Milo y yo estaremos bien, además, Chris estará en casa en un par de horas, no estaremos solos.

─Bien, me alegro.

─¿Dónde está Oliver? ─Pregunto minutos después de que dejamos pasar nuestra conversación, Lisa ladea la cabeza.

─No debería tardar en llegar. ─Dice antes de checar la hora en su celular y asentir.

─¿A qué hora debes ir al médico?

─En media hora ─me asegura─. Será mejor que me vaya ahora.

─Entonces le diré a Milo que recoja sus cosas para irnos.

─Emilie, espera ─dice antes de que salga de la cocina para ir con mi hermano, observo como echa las palomitas en un bowl anaranjado─. ¿Por qué no se quedan aquí? Oliver dejó sus llaves en casa y seguro vendrá creyendo que estoy, sería bueno que se quedaran hasta que él llegue.

Oprimo una mueca porque no me siento segura de que quiera verlo, al menos eso me digo mentalmente porque mi corazón siente una extraña sensación cuando se considera la idea de verlo.

─Está bien.

Digo después de un tiempo.

Le ayudo a terminar las palomitas para Milo, para cuando Lisa se va, mi hermano y yo nos quedamos viendo una película animada, a la mitad de la película escucho la puerta abrirse y me levanto del sofá en cuanto Oliver cruza. Su mirada se posa en mí y se queda observándome por unos largos instantes.

─Hola.

Hablo cuando nadie dice nada.

─¿Qué estás haciendo aquí? ─Pregunta con el entrecejo fruncido.

Todo lo que quiero eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora