Llevaban seis horas sobre el vehículo en silencio. Orel observaba de soslayo al hombre, que no se inmutaba. La conversación se extinguió en el momento en que Orel subió al vehículo con lágrimas en los ojos por abandonar a su familia y a su novia.
«Su novia».
Ian tenía que luchar con la terrible molestia en todo su cuerpo cada vez que la risita de la mocosa venía a su mente. Orel, de vez en cuando, se limpiaba los ojos pensando en la vida que había abandonado, en Mía y en todo el amor brindado.
—Necesito ir al baño.
Ian echó un vistazo a la parte trasera del vehículo y vio que había un bidón de agua vacío.
—Usa eso. Después arrojas los residuos.
Orel rio y negó. Había olvidado quién iba a su lado y lo insensible que resultaba en numerosas ocasiones.
—¿Cómo piensas que voy a mear en una botella?
Ian tensó la mandíbula. Odiaba que lo desobedecieran, pero cuando se trataba de su joven amante la posesividad aumentaba mil veces.
Las quejas continuaron. Orel pensó que de no ser por ellas ninguno de los dos habría cruzado una palabra. Había prometido llevarse bien con su acompañante. Sin embargo, Ian hacía el trabajo demasiado difícil. Media hora después, llegaron a una estación de combustible. Orel sentía que su vejiga colapsaría en cualquier momento.
—Tienes diez minutos. Si no regresas, iré a buscarte —dijo en tono autoritario.
Orel no iba a comenzar a discutir de nuevo solo cuando llevaban seis horas dentro de ese vehículo que parecía más reducido incluso, además de que no era su forma de ser. El tono contestatario era propio de su enojo con Ian. Por Dios, él nunca le hablaba mal a nadie. No obstante, este era Ian Callum, el imbécil al que quería besar y golpear al mismo tiempo.
Ian tenía su vista al frente.
Orel, antes de descender del auto, decidió sincerarse.
—Mi hermano me contó la verdad.
—¿De qué hablas?
—Tú me salvaste de Jérome Charpentier cuando me secuestró.
El abogado se humedeció los labios.
—No estuve solo.
—Eso no importa. Volviste por mí.
—Sí.
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Por qué crees?
El silencio se extendió. Orel esperaba esa frase que lo cambiaría todo. Sabía que este hombre no era del tipo romántico empedernido, pero necesitaba que se abriera a sus verdaderos sentimientos, a esta locura que habían comenzado a experimentar.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
Romance¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...