Casablanca, Marruecos
El calor está a punto de hacer que el pavimento se derrita, al menos donde hay, ya que la mayor parte del camino es polvo y sequedad. Las lluvias escasean pese a que vamos rumbo a una ciudad costera.
No tolero la camiseta. El sofocón es tal que tengo que quitármela aun sabiendo que deberemos cubrirnos más si consideramos las reglas de los marroquíes en donde la religión musulmana es la imperante. Ian me indica por los lugares dónde debemos ir, desviando de este modo puestos de control de la policía. Necesitamos llegar a Casablanca. Estamos a punto de colapsar por el viaje y la fiebre ha vuelto a Azali.
—Es el calor, tranquilos.
Espero que esté en lo correcto y la salud de Azali mejore. No lo conozco demasiado, pero sé que es fuerte y se juega el todo por el todo.
—¿Estás bien? —Ian acaricia mi brazo desnudo.
Lo observo. Gotitas de sudor bañan su cara, cuello y esa parte del pecho que puedo ver, pues se ha desprendido varios botones.
—Creo que voy a desmayarme.
—Déjame, voy a conducir yo.
Detengo el motor. Mayka y Jared duermen, o lo intentan. Cambiamos de lugar con Ian y continuamos el viaje.
—Faltan trescientos kilómetros todavía —digo, e Ian hace una mueca de hartazgo.
—No sé si esto ha sido buena idea, pero era la única opción posible.
Ian de pronto echa un vistazo al espejo retrovisor y frunce el ceño. Giro mi cabeza y soy testigo de cómo dos Jeeps vienen detrás de nosotros a toda velocidad.
—¿Son ellos?
—¿Quién más?
Odio a los Morgan. Creo que ni siquiera los Callum los detestan tanto como yo en este momento.
—Prepárense —dice con voz firme. Los tripulantes en el asiento trasero entran en alerta—. Se aproximan.
—Me encanta esto, de verdad. Volveré de vacaciones con ustedes, manga de imbéciles, el próximo verano —ironiza Jared. Se gira en la camioneta y dispara sobre el vidrio trasero, el cual se hace añicos, para tener una mejor visión.
—Saca una de las armas de la guantera y prepárate.
Trago saliva. En este instante prefiero llevar el volante.
Son varios hombres los que vienen.
De repente, Azali, quien también se gira y se posiciona, da la respuesta que todos esperamos.
—No son los Morgan.
—¿Qué? —Ian está atónito. Acelera mientras dejamos una estela densa de polvo en el camino y llevamos la camioneta a sobrecalentar un poco más el motor.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
Romance¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...