Visitar la ciudad de Toledo es entrar a un mundo paralelo, a una dimensión en donde el pasado confluye con el presente y todo se hace posible. Los caballeros, las princesas, los héroes, las guerreras que luchaban al lado de los hombres, las brujas y sus hechizos, las armaduras, los turbantes, los amores condicionados por la política, los amores de amantes prohibidos... No soy un gran conocedor de historia, pero el observar cada calle y edificio me trae esos pensamientos. Jamás pensé que estaría tan lejos de mi hogar y mucho menos en una ciudad perdida en el tiempo.
Abro la ventanilla de la camioneta mientras mi conductor se mantiene en silencio, como ha ocurrido en gran parte del viaje. No hay mucho que decir entre nosotros. Ambos sabemos lo que somos y lo que fuimos. Los errores que cometimos y la imposibilidad de regresar el tiempo. Sin embargo, me parece que esta ciudad cargada de misterio y de historias por contar puede traernos cosas nuevas a ambos.
Hay aroma de romance, de diversidad y libertad, pero también de traición y peligro. Todo se mezcla en el aire, en cada monumento, en la ciudad amurallada. No me olvido de que en este sitio convivieron cristianos, musulmanes y judíos por mucho tiempo. Dennis me habló muchas veces de esto, aunque nunca le presté la debida atención. No obstante, recuerdo cada palabra, como si mi inconsciente hubiera absorbido cada letra. Guerras, dolor, romance, todo en el mismo sitio.
Giro mi cabeza hacia mi acompañante. Luce cansado. Las ojeras debajo de sus hermosos ojos atestiguan las horas que lleva despierto y en alerta. El cambio de conductor resultó en un total desastre, aunque, afortunadamente, pudimos escapar.
—Bienvenido a Toledo —dice en un español bastante deprimente, y eso que yo soy malísimo para los idiomas—, una pieza de pasado en el siglo XXI.
—Es hermosa. —Me dejo atrapar por el hechizo que esconde la ciudad.
Ian se humedece los labios y acomoda con sutileza el cuello de la camisa.
—Hay callejones estrechos, típicos de la edad media. Se han conservado en perfecto estado.
—Son discretos.
Ian entiende a lo que me refiero.
—Bueno, que no te permitieran casarte con quien amabas no significaba que no podías disfrutarlo como amante —explica con una sonrisa seductora.
—Los hechos no cambian.
—Por supuesto que no —declara—. El amor y el engaño bailan la misma danza, siempre lo hicieron, hoy y hace seiscientos años.
—No me gusta cómo suena. No me gusta la cobardía. —Toco una fibra sensible en él, sobre todo porque él no tuvo inconveniente en engañar a su esposa conmigo y ni siquiera se molestó en decírmelo.
—A veces las personas se equivocan —replica en un tono diferente a la conversación que veníamos teniendo—. Muchas veces el engaño se produce porque la gente no sabe cómo lidiar con su mierda.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
Roman d'amour¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...