Orel secaba su piel con cuidado luego del baño mientras se observaba en el espejo. Se mordió el labio inferior. Ian estaba a solas en una habitación cerca de la suya. Dios, su boca se había sentido tan bien, y de solo pensar tenerlo de nuevo entre sus piernas le hacía agua la boca.
El celular sonó y Orel fue hacia él.
Ven a mi cuarto. Sigue por el pasillo al final. Tienes que ver esto.
El muchacho dio un saltito de felicidad. Era como si sus pensamientos estuvieran conectados. Se puso unos shorts y una camiseta que Mayka le había conseguido y le quedaban grandes. Para el caso no era importante, ya que los tendría puestos por escasos segundos. Su pene hormigueó de necesidad ante la idea. Había un perfume con aroma a rosas en la mesa de noche. La verdad no era muy masculino, pero olía exquisito. Lo esparció por su cuerpo y caminó hacia la recámara de Ian. Se paró frente a la puerta de madera con un sugestivo dibujo y golpeó.
—Pasa —escuchó la voz ronca y necesitada de Ian.
Orel estaba a punto de desmayarse.
Ingresó, y sus ojos quedaron obnubilados ante la belleza del cuarto. Ian estaba parado en el extremo opuesto, solo con una toalla envuelta en la cintura. El olor a jabón llenó las fosas nasales del muchacho.
—Ian, esto es...
—Quítate la ropa muy despacio —ordenó—. Quiero contemplar tu cuerpo.
Orel se cohibió un segundo, sintiéndose cálido, excitado y confuso, todo al mismo tiempo. Sus ojos fueron de inmediato a la mesa de noche, en donde había un tubo de lubricante. Después de un año de desearlo, su fantasía estaba a punto de concretarse.
El muchacho se irguió. Dejó la vergüenza en algún lugar de su cabeza para que no molestara. Se quitó la sudadera gastada y después los shorts, quedando con su piel expuesta. Se acarició un pezón y abrió la boca en un gemido. Luego su mano viajó a su pene, dándole un par de jaloncitos. Ian se mantenía en su lugar, aunque el ritmo de su respiración se había alterado.
—¿Le gusto así, «maestro»? —indagó con una sonrisa seductora.
Y entonces Ian se movió.
Desarmó el nudo de la toalla y dejó que cayera a su pies. La erección hizo que Orel se mordiera el labio inferior y volviera a tocar su miembro. Dio pasos hacia ese muchacho que estaba entregado a la situación y a la escena. Lo sostuvo del rostro y sus labios se unieron en un beso cargado de pasión. Orel aprovechó para estrecharlo de la cintura y que sus cuerpos quedaran pegados por completo.
—Hueles a rosas, «mascota» —respondió Ian para luego arrastrar su lengua por el cuello de Orel hasta llegar al pecho y jugar con los pezones erectos.
Tomó uno de los botones rosas entre sus dedos y lo retorció. Orel jadeó y se sujetó de los musculosos brazos antes de que Ian le besara el lóbulo de la oreja.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
عاطفية¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...