«Lo peor ha pasado».
Orel quería que ese pensamiento fuera una realidad, pero faltaba tanto. La travesía recién comenzaba y se habían salvado por un pelo.
—¿Estás bien? —Ian acarició su brazo.
Orel no lo miró, así que el abogado no insistió mucho más. Era difícil sobreponerse a algo como lo que acababan de vivir.
—¿Cómo te acostumbras? —Se enderezó en el asiento—. ¿Cómo le haces para que esto no te afecte?
—¿Quién dijo que no lo hace?
—Apenas respirabas, y la manera en que saliste por la ventanilla fue increíble.
—Alguien debía hacerlo. Si te lo hubiera pedido, también lo habrías hecho.
—No. —Orel comenzó a reír.
Ian le dio también una sonrisa ladeada.
—Claro que sí. Aceleraste a ciento noventa kilómetros y sobrepasaste un tren antes de caer y girar como calesita en una nube de polvo. Lo hiciste tú.
—Pero esto es diferente. Matar y disparar, herir a las personas de ese modo...
—Es lo mismo —aseguró—. La supervivencia nos mueve. Hacemos lo que sea para mantenernos vivos.
—Eso no es verdad.
—¿No? ¿Y por qué lo hiciste entonces?
Orel se sonrojó, presionando sus manos.
—Porque estabas conmigo, y que a mí no me importe mi vida no significa que no valore la tuya. Lo hice por ti.
Ian tragó saliva. La transparencia de Orel siempre le pareció tan adorable. Era una cosa preciosa. Por eso se había enamorado de él, ya que era diferente a todo.
—Vamos a deshacernos de este auto primero, ¿sí? La ropa deberá esperar.
Orel asintió sin decir una palabra. Se negaba a pensar que debería huir el resto de su vida.
Pararon una hora después e Ian alquiló una camioneta para mayor comodidad. Era una suerte que él se viera presentable al momento de hacer el trato. Orel esperó en el deportivo. De vez en cuando vigilaba los alrededores. Era solo cuestión de tiempo para que esos bastardos aparecieran. El anochecer había caído. Ian salió con las llaves del nuevo vehículo mientras hablaba por celular. Reía. El bastardo reía con alguien, y Orel entendió en ese segundo por qué la atracción era irresistible. Ian era todo lo que él nunca sería. Entrega, arrojo, belleza, sofisticación y pasión envolvente. Luchaba como amaba, con desenfreno. Los Callum amaban el peligro sin importar cuánto buscaran negarlo.
Ian le hizo una seña para que lo siguiera.
Orel vio una camioneta doble tracción, la cual los esperaba.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
Roman d'amour¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...