Bryce Morgan salió del auto y tocó su hombro. Una gran rasgadura en su camisa dejaba la mitad de su fibroso torso a la vista. El maldito tren pasaba y los vagones jamás terminaban. Los bastardos habían logrado escapar. Una jugada demasiado arriesgada. Bryce comenzó a plantearse que quizá las parejas de los Callum estaban tan locas como ellos.
«Tú eres prueba de ello».
Calló a su mente, que quería hacer un comentario sarcástico. No había llegado allí para rememorar un corazón roto. La cuestión con los Callum siempre fue personal y habían llegado para borrar de la faz de la tierra a uno más. Debía volver por su hermano. Cielos, ¿cómo había podido dejarlo atrás?
«El demonio Morgan».
Ese apodo le sentaba. Jamás sentía piedad por nadie. Ni siquiera su hermano lo había desviado del objetivo. Cuando Bryce entraba en acción, se volvía irrefrenable, aunque, sin duda, habían subestimado a Ian Callum y al dulce joven que iba con él. Bryce se sentía patético, vencido al volante por un civil, ¡un civil!
Su familia estaría tan decepcionada de él.
El celular sonó en su bolsillo en ese instante. Identificó el número de inmediato. Su hermano tenía más vidas que un gato.
—Anael —ladró todavía sin aceptar la derrota.
—¿Los tienes?
—Escaparon.
—No jodas.
—Creo que el trabajo tardará un poco más de lo esperado. Saltaron delante del tren. Estuvo a punto de embestirlos. El mocoso lo hizo. ¿Puedes creerlo?
—¿Qué les diremos a las Charpentier?
—Nada por ahora. Hay que llegar a Toledo. Las cosas se han complicado. No significa que esta misión fracase.
—No iremos solos.
—Obviamente —replicó—. Diles a los muchachos que se preparen.
—¿Qué hay de ti?
—Ya te dije que es un trabajo. Terminaremos con los malditos Callum como sea, empezando por Ian.
—Eso me parece genial, pero no hablaba de él.
—¿Por qué me sigues cuestionando?
—Simplemente porque creo que no estás a la altura de esto —respondió—. No lo estuviste en el instante en que supiste que se dirigen a Toledo. Estabas tan desesperado por vencerlos antes de llegar allí que perdiste concentración. Vamos, Bryce, a ti nadie se te escapa, a menos que, inconscientemente, hayas bajado la guardia.
—Gracias, psicólogo. Además, te recuerdo que tú me metiste en esto. Fue tu desesperación por enfrentarte a ellos de nuevo lo que nos ha orillado a esta situación.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
Romance¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...