«Volvemos a casa, Orel».
Orel corrió con lágrimas en los ojos. Las limpió con el puño de su camiseta una y otra vez. Dennis había sobrevivido y regresaba a Rusia junto a su hermano.
Yev continuaba con el alma en un hilo por su hermano, pero el escucharlo tan feliz de estar con Ian lo hizo entender que hay amores que nos iluminan incluso en las noches sin luna. Yev rezaría por su hermano, pero era incapaz de pedirle que abandonara a su hombre, a ese amor que esperó durante tanto tiempo.
Ian lo abrazó y sintió la felicidad de la misma manera que Orel. Dennis era su amigo y no se merecía ese final cobarde, mucho menos cuando había cambiado por completo. Los Romanov tenían esa dulce capacidad; tornaban las piezas de piedra deteriorada en las más hermosas esculturas.
—Pronto terminará. —Orel le dio un beso esquimal a su novio.
Anael y Azali, cerca de él, contenían la risa.
—¿Qué? —indagó Ian.
—Si tu abuelo te viera, de seguro volvería a morirse.
—Si supiera que con eso podría mandarlo a la tumba de vuelta, me follaría a Orel frente a él.
—¡Ian! —gritó Orel, y los hombres rieron.
El semblante de Azali poco a poco iba mejorando.
Anael lo escrutaba de soslayo, lo había hecho desde que lo conoció. Jared podía estar muy enojado con el mundo, pero abandonar a ese hombre era un sacrilegio. Azali tampoco era tonto. Tenía la belleza indiscutible de un ángel. El nombre le quedaba demasiado bien a pesar de que era un bastardo.
Revisaban en la computadora de Anael algunos de los planos y fotografías de la mansión donde vivían actualmente las mujeres. Quedaba a las afueras de París. Era una enorme propiedad rodeada de vegetación, con decenas de guardaespaldas.
—Mira el terreno. —Hizo un acercamiento una vez jaqueadas las cámaras exteriores—. Tiene perros por doquier.
Azali se acariciaba el mentón. ¿Cómo carajo acceder a un sitio impenetrable?
—Temen por su seguridad. Lo que ocurrió con Jérome Charpentier las hizo tomar cien veces más recaudos.
—Además, su fortuna se ha incrementado. —Mayka se acercó a los hombres, que estaban sentados en el piso, afirmados en la pared, mientras el demonio, Ian y Orel entrenaban.
—¿Cómo va? —cuestionó Anael.
Mayka puso los ojos en blanco.
—¿Cómo crees?
—Ese mocoso no nos puede acompañar —explicó—. Arruinará todo.
—Ian no lo dejará, así que ahórrate el berrinche. —Aza tecleó en la computadora.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
Romance¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...