Ian se arrojó sobre su prima, que recibió un tercer disparo esta vez en su pierna.
—Déjame —gritó, pero Ian hizo caso omiso. El dedo medio continúo gatillando y el mundo comenzó a pasar en cámara lenta. No había escape posible. No podrían salvar a sus amores.
De pronto, en una situación inexplicable y milagrosa, los disparos cesaron y los tipos se acercaron a ellos. La sangre corría a borbotones tanto en ellos como en sus enemigos. Los sujetaron del cabello y les quitaron las armas. Ninguno de los dos se mantuvo tranquilo, por lo cual comenzaron a golpearlos y arrastrarlos como pesados costales de harina hasta que llegaron al salón central y los dejaron en el piso tirados.
Mayka observó hacia todos lados, desorientada, cuando sus ojos se enfocaron en el escenario y su mundo terminó de arder.
—¡Bryce! —vociferó con el alma. Fue algo tan desgarrador y terrorífico al mismo tiempo.
La mujer herida en su pierna y en cada parte del cuerpo se puso de pie y buscó correr hacia su hombre. Uno de los guardias la sostuvo del largo cabello negro y le dio un puñetazo en la mandíbula, a punto de dislocarla.
Ian volvió en sí y contempló el escenario. Vio a Orel, a Bryce, a su prima tirada como un trapo sucio a su lado. Maldiciones y golpes vinieron de más allá. Un nuevo caído llegaba al gran espectáculo.
—¡Azali!
Estaba muy magullado, pero sin duda era mejor peleador que ellos dos. Sin embargo, los tres estaban a los pies del escenario.
—Dios, esto es como un orgasmo explosivo y salvaje —dijo la mujer rubia sentada en una especie de trono revestido de terciopelo rojo y ribetes dorados en el centro del escenario.
Mayka tembló y volvió a enfocarse en su amor, en su demonio crucificado y mutilado, ese al que había traicionado, que no podría salvar. Ian se movió, pero lo sujetaron del cuello. Los dedos de uno de los guardias presionaron en su garganta, dejándolo sin oxígeno.
—Los esperaba esta noche, de veras —comentó decepcionada—. Mi hermana quería una gran celebración, pero supongo que aún podemos tenerla.
Un escenario circular, dos víctimas, un trono y una mesa con diferentes pinzas. Nancy se puso de pie, caminó y acarició los instrumentos.
—Este le gusta mucho a tu novio —se burló de Mayka, quien lloraba al notar que un pezón había sido arrancado de Bryce—. Es mala mascota. Gruñe, maldice y escupe. Nos llevó mucho trabajo domesticarlo.
—Nunca lo harás —replicó Mayka, porque sabía que ese ser era inquebrantable.
—Esta noche me sentaré sobre él y me lo follaré —le aseguró para terminar de enfurecerla—, y luego voy a rebanarle el pene y se lo daré a mis perros.
Fue inevitable: Mayka vomitó al escuchar tamaña maldad. Seres humanos que eran más bien bestias sádicas ansiosas de sangre. Si pensaba que su familia era terrible, los Charpentier eran peores.
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IAN - T.C Libro 2 (Romance gay +18)
Romance¿Hay amores que nos marcan, sin importar el tiempo, la distancia y las personas que vengan después? Ian Callum conoce ese sentimiento. Un dolor inmenso recorre su cuerpo cada vez que esos ojos miel vuelven a su mente, aun sabiendo que no tiene nada...