CAPÍTULO 22

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Me recuesto en la cama con los brazos abiertos. El cansancio rodea todos los apéndices de mi cuerpo. Cada vez que salgo con Belicar, mi energía es drenada por completo. Ni que hablar que ahora conozco a otro personaje nuevo de mi amarga vida cotidiana. ¿Quién diría que existen los ángeles? Siempre los veía en las películas, libros o novelas de fantasía que leía de puberta.

Existen los ángeles y demonios.

Nanael y Morfeo. Belicar y Klaus.

No me sorprendería que hubiera más personajes graciosos. ¿Qué tal una zarigüeya y un hada? No. Ni quiero imaginarme. ¡Necesito descansar de todo!

Sin embargo....

—¿Por qué tengo a un ángel a mi lado? —inquiero, mirando a Nanael sentado en un asiento de mi cuarto. Sonríe tierno, mientras que Morfeo, está en su hombro, comiendo queso—. ¿Puedes irte?

—Me iré, cuando duermas.

—¿Por qué estás a mi lado? —pregunto ceñuda y cansada—. ¿Necesitas tiempo?

—No. Solo espero que duermas —responde tranquilo—. Aunque.... Aparecí ante ti, por una buena causa.

Enarco el ceño.

—¿Qué causa sería esa?

—Un favor que prometí hacerle a alguien —contesta. Morfeo deja de comer el queso y dirige su mirada a mí—. Necesito solo verte de cerca por un tiempo.

¿Por un favor? ¿Verme por un tiempo? ¿Qué significa eso?

Talvez, tenga más compañía sobrenatural.

—¿Podrías explicarme más a fondo tus palabras? Además.....—Miro a la rata blanca de su hombro—. ¿Por qué un ángel tendría a un animal de ese calibre?

Él sonríe misterioso.

—Dos preguntas que te puedo contestar con tan solo una palabra, Ari —dice, levantándose y viniendo a mí. Ingurgito saliva, observando su atractivo físico. Su belleza es diferente a cualquiera que he visto. Puede confundirse con una chica por su cabellera larga, pero eso, lo hace ver atractivo—. Soy un ángel. Así de sencillo.

Una respuesta escueta y sin detalle.

—Nunca los entenderé. Son tan diferentes de nosotros. Tanto demonio como ángel. Ustedes.....—Agrando los ojos, mientras friega mi cabeza. Otro sentimiento de nostalgia se apodera en mi corazón, sintiendo ganas de llorar—. ¿Tu aura? Siento tristeza.

Morfeo se pone en mi hombro. Acaricia con su nariz mi mejilla. No tengo miedo a las ratas. Sin embargo, si fuera un insecto, estaría muerta de miedo.

Antes que siguiera con el ambiente extraño entre los tres, una sombra vuela a un lado de mí, desapareciendo Morfeo de mi hombro. Klaus se lo lleva en su pico, mientras empieza a tragarlo entero.

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