CAPÍTULO 21

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¿Es normal que dé gusto, al ver a un demonio contento por su cantante favorito? De cierto modo, es extraño observar a Belicar emocionado por encontrarse con un ídolo. Sé que le gusta el jazz, pero nunca presencié su alegría. El fantasma nos mira muy atento, por nuestra visita oportuna. No cualquiera puede observar a un ángel, demonio y a un ser humano juntos, como si fueran los mejores amigos del alma. También, hay que agregar a los animales subidos en nuestros hombros.

Klaus, grazna en mi hombro, mientras que Morfeo, mira atento al cuervo negro.

—Mi nombre es Belicar. Es un placer de conocerlo en persona. Bueno en alma y demonio. —Se apersona emocionado—. Concedo deseos a cambio de tiempo de estadía. ¿Qué le parece?

¿Un demonio en el cementerio?

—Un pascualino también, pero abreviemos eso. Vine por el creciente deseo que viene de su pobre alma. ¿Qué le parece si intercambiamos deseos? —dice Belicar en tono fastuoso—. Podemos hacer un trato justo.

El fantasma lo queda mirando detenidamente.

He estado aquí por muchos años, sin poder moverme. Lo único que deseo es escuchar una excelente música y baile.

—¿Solo eso? ¿No pedirá otra cosa importante? —cuestiono extrañada por su pedido tan sencillo—. ¿Algo cómo encontrar a alguien? O....

—La chica patata no sabe con quién está hablando —objeta Belicar, empujándome a un lado, mientras hace una reverencia enfrente del dichoso fantasma cantante del jazz—. Le concederé el pedido a cambio de su tiempo de estadía.

EL fantasma asiente la cabeza, guardando su aspecto presentable y fastuoso, demostrando como era cuando estaba con vida.

Con entusiasmo, Belicar chasquea los dedos, apareciendo un saxofón. Miro atentamente sus movimientos sigilosos. ¡Disfruta del pedido! Un demonio que ama ese género de música elegante que casi ya no se escucha en estos tiempos.

Extraño.

—Toma, pascualino. —Le entrega el saxofón a Nanael, quien lo acepta sin objetar alguna palabra. ¿Sabe entonar un instrumento musical? Tal vez, por ser ángel, sabe ciertas cosas que desconozco. Belicar, extiende la mano hasta mí y sonríe de lado, teniendo un brillo extraño en sus ojos amarillentos—. Vamos, chica patata. Tenemos una función que presentar.

Enarco el ceño.

—¿De qué hablas? —pregunto sin entender. Nanael se ubica para entonar el instrumento que le dio Belicar—. No me digas que....

—Te enseñaré a bailar Jazz.

¿Bailar Jazz?

—Espera... Ese género no...

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