"Dame tu tiempo y te daré lo que deseas", esa fue la frase que escuché cuando estaba llorando afuera del hospital, por saber la situación crítica de mi hermana. Era un chico de alto con gracia y sardónico. Un demonio. ¿Puede una chica como yo, haber...
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Me hace sentar con suavidad sobre mi colchón. Klaus ha volado a un lado de mi cama, mientras empieza a sacarse el pequeño saco negro de su cuerpo emplumado. No puedo creer que he visto a un cuervo con traje de gala. ¿Tierno? Demasiado. ¿Gracioso? También, más cuando Belicar quiso ponerle zapatos a un ave. Algo muy de él.
Suspiro y miro al nombrado, quien está sentado con una mirada a la lámpara del buró de mi cuarto. El suceso hace unos minutos, lo ha dejado extraño. ¿Pensativo?
No lo entiendo.
—¿Qué? No pensé que un demonio estuviera pensativo, luego de una fiesta pagana —hablo, observándolo. Él ríe y voltea a mirarme. Sus orbes amarillentos brillan—. Lo disfrutabas.
—Sí.
—Entonces, ¿por qué tienes un rostro así?
—¿Mi rostro? ¿Qué tiene? ¿Acaso estoy más atractivo? —inquiere sonriendo jocosamente—. Soy guapo, ¿verdad? Eso es normal. Soy un exduque infernal muy antiguo.
—Tu narcicismo, a veces me enferma.
—Solo digo la verdad, chica patata.
—Mejor anda a descansar. Si es que lo haces. Desde que estoy unida a ti, he estado viniendo y yendo de un lado al otro, sin descanso —comento suspirando. Palpo el lugar de mi herida. No duele. Solo sangré unos minutos. Gracias a Nanael, pude sanar la lesión.
Fui herida por un demonio.
Fue por impulso. Al verlo a Belicar salir herido, todo mi cuerpo, salió expulsado directamente a él.
—Arienne.
Abro los ojos, mirándolo sorprendida.
—Tú.... Desde hace un tiempo, me llamas por el nombre. Pensé que no lo sabías.
Él ríe grácil.
—Un demonio no olvida nada —dice, mirando la zona de mi herida—. Es la primera vez que he visto a un humano salir a proteger a uno de nosotros.
—Eso fue por.... —Mis palabras mueren, al observarlo a sus hermosos ojos brillantes. Extiende la mano, apartando un mechón de cabello que se cuela en mi rostro—. ¿Belicar? Estás a punto de sacar una broma, ¿verdad?
—¿Broma?
—¡Siempre arruinas el ambiente! —respondo con la frente arrugada—. Eres un ser que no sabe leer la situación. Sacas palabras groseras. ¿De verdad piensas que......
No sigo.
Ha unido sus labios con los míos, haciendo que mi corazón quiera salirse. ¿Por qué está comportándose de esta manera? ¿No es un demonio? Arrimo una de mis manos a su pecho, con intenciones de apartarlo. Sin embargo, la sujeta uniéndola con la suya.
