"Dame tu tiempo y te daré lo que deseas", esa fue la frase que escuché cuando estaba llorando afuera del hospital, por saber la situación crítica de mi hermana. Era un chico de alto con gracia y sardónico. Un demonio. ¿Puede una chica como yo, haber...
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Brinco al escuchar el ruido de llantos desgarradores, por todas las hileras de tumbas que se extiende en el perímetro tétrico del cementerio. Odio tener que estar pisando terrenos de muertos. Nunca me gustaron estos lugares. Siempre que fallece un familiar, me quedo en casa, esperando que vuelva mi madre o mi hermana.
No soy buena para las cosas de miedo.
Belicar suelta una risa, burlándose del miedo que causa en mí.
—Delicioso miedo. ¿Sabes que es excitante para los demonios? Es como si estuviera un aperitivo favorito enfrente de mí. Tan adictivo. —Saborea cada palabra que sale de su boca—. No te preocupes. No haré nada con tu cuerpo. Eres demasiado frágil y....
—Abrevia el detalle de lo que ves en mí. Es molesto escucharlo.
—¿En serio? Solo relato las cosas como son, chica patata —dice con una risa. El ruido de pasos y maullidos, hace que lo agarre fuerte del brazo. Klaus alza la cabeza, mirando a todas partes.
—¿Qué rayos fue eso?
—¿Oh? ¿Eso? Gatos.
Enarco el ceño.
—¿Qué hacen gatos en el cementerio? ¿Viven aquí?
—Quizás. Lo bueno sería, no involucrarnos con uno de ellos —replica Belicar, siguiendo caminando y dejándome con la duda de sus palabras. Pasamos por las bóvedas, directo al fondo del cementerio, donde se pueden ver las tumbas bajo tierra. De esas que tienen lápidas rotas y abandonadas.
Ingurgito seco, al acercarme más a ese sitio oscuro y desdichado.
Klaus grazna en mi hombro. No se ha despegado de mí desde que nos metimos al cementerio de manera clandestina. Cada que pasa esto, la ansiedad se acumula en mi estómago, mandando una orden a mi cerebro para que corriera lejos.
—¿Por qué estamos en el lugar más viejo del cementerio? —pregunto, mirando a todas partes—. Con facilidad, podemos ir a los cercanos.
—De cierto modo, tienes razón, pero en este caso, es mejor venir acá —dice Belicar—. Los fantasmas más viejos, tienen mucho tiempo en esta tierra. Es decir, pagan muy bien.
¿Pagan muy bien?
—¿A qué te refieres? Por lo que tengo entendido, cuando hay mucho dinero, el trabajo es muy laboroso —señalo, pisando lápidas destrozadas en la tierra—. ¿Es lo mismo contigo?
—Sí. Muy inteligente, chica patata.
—Eso quiere decir...
—Habrá mucho tiempo para nosotros —completa, deteniéndose en una cima. Echo una ojeada, visualizando el mal estado que se encuentran las tumbas de tierra. Hay muchas lápidas destrozadas, más los árboles muertos que lo adornan.
