CAPÍTULO 14

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Lanzo otro suspiro sonoro y está a punto de darme un ataque de estrés post-traumático. Miro a un lado, aún sigo sintiendo la mirada del otro demonio encima de mí. ¿Ya no perdió la apuesta? ¡No quiero ser víctima de violación! Aún recuerdo lo que dijo sobre mi miedo.

Demonios dementes.

—¿Te la vas a comer? —pregunta ese demonio. Aprieto la mano de Belicar, quien está sonriendo muy divertido por la situación—. Puedes entregármela. La cocinaré en una paila que tengo. Puedo agregar la cabeza de tu cuervo en la sopa.

Belicar suelta a reírse estrepitoso.

—¿Entregártelos? No puedo hacerlo. Los dos son míos —repone Belicar riéndose. Tengo ganas de golpearlo—. Mejor dame lo que prometiste.

—No puedo creer que un exduque infernal se haya convertido en una ovejita —comenta mediante una risa escandalosa—. ¿En serio no te la vas a comer? ¿Ni la atormentarás?

—¿Olvidas que ya no estamos en el infierno? Este es otro mundo y..... —Sonríe—. Ya te lo dije, estoy aburrido de hacer lo mismo. Ya no le voy a lo gore. Ni me interesa nada de descuartizar a niñas humanas o a cuervos.

El otro ríe.

—Bien, bien. Escucharé tu pedido, pero......—Vuelve a mirarme. Esta vez, pasa su lengua por los labios—. Al menos, ¿puedo darle una mordida? Su miedo delicioso está excitándome.

Oh, no.

Ni pensarlo. ¡No quiero ni mordida, ni nada por el estilo!

—No. Definitivamente no. No dejaré que me toque —hablo, mirándolo molesta y tratando de apartar mi miedo—. Estoy prohibida. Además......¡Soy la novia de Belicar!

—¿Qué? ¿Su novia? —cuestiona con el ceño fruncido. Echa un vistazo al idiota, el cual, estalla en una risa escandalosa—. ¿Es en serio? ¿Tienes como pareja a una niña humana?

—¡Lo soy! Así que.... No puede tocarme.

Él sigue mirando a Belicar.

—Parece que desconoce lo que hacíamos en el infierno, ¿verdad?

—Así es —declara Belicar. No entiendo a lo que se refieren. ¿Qué hacían en el infierno? No, mejor ni lo imagino. Puede que salga traumada por ello—. Pero, tiene razón en algo. —Sujeta mi mano, jalándome hacia él. Rodea sus brazos en mi cintura y apoya su mentón en mi hombro. Klaus está encima de su cabeza—. No puedes tocarlos. Son míos. Ambos.

El demonio de ojos amarillos y aura misteriosa, sonríe de lado, mientras que yo, siento cerca un ataque de nervios rebeldes que ocasiona el acercamiento íntimo que hace Belicar.

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