CAPÍTULO 15

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Los huesos están apilados en cada sección. Unos de pie como exhibición de museo. El olor a humedad y moho, rodea todo el perímetro tétrico del lugar. Busco con desesperación lo que me expulsó y lanzó hasta aquí. Me levanto, sintiendo las piernas lánguidas por el miedo que me llevé.

El ruido de algo moverse, junto al sonido de una cosa escurriendo, se escuchan por detrás de mi espalda, dejándome sin ganas de girar para ver qué mismo es.

—¡Fantasma o demonio no vine a interferir en nada! —exclamo en un grito. Mi voz se escucha en un eco por la profundidad y distancia. Antes que siguiera con mi conversación solitaria, mi cuerpo es lanzado a la pared, quedando colgada por una fuerza extraña—. ¡¡Suéltenme!!

Una fuerza aprieta mi cuello, dejándome sin poder respirar bien.

¡Estoy siendo estrangulada sin motivo alguno!

Muevo mis manos y piernas, por la desesperación de no pasar aire a mis pulmones. Un poco más y mi tráquea es fracturada. Mi vista se vuelve borrosa, solo viendo como luces aparecen alrededor de mí. Con lentitud, se dejan ver sus figuras translúcidas.

Son fantasmas incorpóreos. Eso quiere decir que no son malos.

Entonces... ¿Por qué están tratándome como su enemiga?

¿Qué hace un vivo en nuestro territorio? ¿Buscas algo de valor? ¿Tesoros? —pregunta uno de ellos. Es un hombre adulto de aspecto zombi. Tiene una herida en la cabeza, la cual, está abierta, mostrando una parte de su cráneo.

—No...

¿No? ¿Entonces? ¿Qué haces aquí?

—Demonio....—Hablo con estertor. Falta poco para perder la conciencia—. Encontrar salida.

¿Demonio? ¿Hablas de Zactis?

—Sí....Belicar...

¿Belicar? —cuestiona. Escucho un aleteo viniendo a mí, seguido de chillidos. Mi cuerpo cae al suelo y toso fuerte. El graznido de Klaus, se extiende por todo el alrededor, indicándome que está bien.

—Fuiste expulsada a metros, chica patata —habla Belicar a un lado de mí—. Luego de haberse estrellado contra la pared, Klaus tuvo que volar.

Sigo tosiendo. Respiro profundo, sintiendo dolor en la garganta.

—No son fantasmas malignos, ¿por qué me ahorcaron? —pregunto con voz rasposa—. Casi me desmayo.

Los fantasmas se alejan de Klaus. Él grazna volando por todo el alrededor. ¿Le tienen miedo? ¿Por qué?

—Los cuervos se alimentan de cadáveres en estado de descomposición. Pertenecen al grupo de aves de rapiña —habla Zactis, mirándome con sus ojos amarillentos—. Es normal que les tengan miedo al viejo cuervo de Belicar. Puedes llamarlo instinto.

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