CAPÍTULO 28

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Caigo encima de una silla acolchonada con Klaus en mi hombro. ¿Calculado? Los demonios van detrás de Belicar, quien corre bien entusiasmado, por la idea que le corten una parte de su cuerpo. Muy común en él. Por mi lado, no me he movido ningún centímetro de este sitio reconfortante. Soy el trofeo para esta fiesta demoniaca.

Una humana de vestido blanco.

Una manta roja, cae por encima de mi cuerpo, envolviéndola como si fuera una capa elegante.

—Eres el trofeo humano. El rojo te queda bien en esta ocasión —dice una mujer de traje negro muy sensual. Su voz es un siseo hipnótico para cualquier hombre—. ¿Asustada?

¿Debo de estarlo?

—Tal vez —contesto escueto, acomodando la capa roja en mi cuerpo—. ¿Le cortarán una parte?

Ella ríe.

—Sí. Habrá mucha sangre y tripas al aire.

—Odio los detalles de sus obras macabras —digo, mirando a Belicar saltar por todos los invitados—. No le veo lo divertido a esto. Solo me siento utilizada. Un objeto para los demonios.

—Un objeto importante para Belicar —enfatiza, dándome un golpecito en los hombros. Baja sus ojos afilados amarillentos y sonríe, mostrando sus dientes perfectos y blancos—. Será divertido. Siempre hemos querido verlo molesto, pero nunca llegamos a eso.

¿Belicar molesto?

Enarco el ceño.

—Tal vez, no sea necesario —digo, levantándome. Sin embargo, con sus manos, detiene mi avance—. ¿Qué?

—Un trofeo humano, debe quedarse quieto y observar el desenlace —concluye, haciendo que viera el espectáculo de enfrente. Todos los demonios ríen, mientras la música instrumental, acelera más. Escucho gruñidos y risas chillonas. Un olor extraño se alza, produciéndome arcadas.

¿Por qué apesta a....

Klaus grazna en mi hombro, aleteando. Sin poder evitarlo, muevo mi cuerpo, cayendo para atrás. La presencia de Belgor, reaparece, junto a un cuchillo de cocina en mano.

—Al fin. Belicar está entretenido. Ya puedo saborear una parte de su cuervo —anuncia, babeando. Sus ojos amarillos se han moteado de locura y desesperación—. Solo una pierna, niña patata. ¿O un ala? ¡Será delicioso!

¡¿Por qué se quiere comer a Klaus?!

¡¡Malditos demonios!!

Corro en medio de la controversia con Klaus en mis manos. Con la capa roja, parezco caperucita corriendo por salvarse del lobo con un cuervo en su pecho. La música cambia de bando y empiezo a escuchar cosas lanzarse al suelo, junto a las risas estrepitosas.

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