CAPÍTULO 13

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No me muevo. Estoy de pie, mirando a la entrada tenebrosa de un pasadizo de la ciudad donde habito. Las aves nocturnas ululan, más el sonido de los grillos cantar por todo el alrededor. Nunca he pisado un lugar que hay huesos de difuntos desconocidos. Solo he visto en documentales lo que son las catacumbas subterráneas.

Algo peludo pasa por mis piernas que me hace brincar hacia Belicar.

—Me encanta cuando soy deseado —dice el muy tonto entre una risa—. Recuerdo tener un harem en el infierno. Oh sí, bellos recuerdos. Todos los días, tenía a una "diabla" en mis piernas.

—Deja de contar tus anécdotas sexuales.

—¿Por qué no? Eran muy sabrosas a la hora de....

—¡Cállate, idiota! —exclamo, produciéndome arcadas al imaginármelo con muchas "diablas"—. ¡Deja de reírte!

—Eres muy graciosa, chica patata. —Ríe, tomando mi muñeca. Klaus no se ha despegado de mi hombro—. Será mejor que entremos. No te preocupes, no te pasará nada. Saldrás sana y salva.

¡Claro que saldré así!

Respiro profundo e intento dejar a un lado el miedo.

—Sigamos. Quiero terminar cuanto antes esto —replico de mala gana. Aprieto la mano del idiota, escuchando su risa burlona e ignorándolo por completo. ¡No tiene caso en hablar con él!—. A veces, me produce ganas de golpearte.

—Compartimos algo en común. Solo que yo, tengo ganas de morderte por el miedo delicioso que desprendes —dice con su tono sardónico, mientras empezamos a entrar a ese subterráneo—. Sobre las diablas...

—No quiero imaginar mujeres con cachos.

—¡Eran más que eso! Algunas eran súcubos, princesas, duquesas infernales —cuenta con emoción—. Cada una, ha dejado una experiencia sexual en mi vida. ¿Sabías que los demonios podemos durar días en estado de....

—Abrevia la palabra que vas a decir —intervengo antes que suelte algún disparate—. Si tanto tienes ganas de eso, ¿por qué no vas al infierno y vuelves a tu puesto de duque infernal?

Silva y ríe.

—Chica patata, no sabes lo que es hacer por milenios lo mismo —relata a medida que caminamos por el pasadizo oscuro. Huele a humedad con moho, hasta hay ratas rondando por el suelo fangoso.

—No. Tengo corta vida. No soy un ser inmortal como tú. Porque lo eres, ¿verdad? —Lo miro y este sonríe de lado. Esa sonrisa hace que sintiera algo extraño en mi pecho. Aclaro mi garganta y observo al frente—. Un demonio no puede morir con facilidad. O eso escuché de los libros paranormales que he leído.

—Tienen razón lo que han escrito los humanos sobre nosotros.

—Eres inmortal.

—Un demonio inmortal, exduque infernal y antiguo.

DAME TU TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora