CAPÍTULO 5

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Suelto un suspiro y vuelvo a mirar a mi hermana, quien está acostada muy tranquila. Ya no tiene esos aparatos por todo su cuerpo. Ni tiene la piel mortecina. Ha tomado color, volviendo a su facie normal. Es una locura que por un deseo, pueda tenerla a mi lado, sin tener que pensar que la perderé por una maldita enfermedad.

Eso es la buena noticia, pero la mala....

Estoy ligada a un demonio.

Es algo lacónico decirlo en voz alta. Esto solo pasa en las películas o las novelas del género paranormal. ¡Nunca en la vida real!

Sin embargo, lo estoy pasando.

—¿Pasa algo? —pregunta mamá a mi lado—. Te veo preocupada, mirando a tu hermana.

¿Tanto se ve que la estoy pasando mal?

—No es nada. Solo que estoy preocupada por los exámenes de mi universidad —digo, sonriendo leve. No quiero que se preocupe por mi realidad agonizante—. Estaré bien, cuando vea los resultados.

Ella sonríe cálido.

—Eres inteligente, Ari. Todo saldrá bien, hija —alienta, sobando mi espalda—. No sé del porqué, pero la enfermedad de tu hermana ha desaparecido completamente de su cuerpo. Hasta el médico se ha sorprendido. Es la primera vez que pasa esto.

Sí.

No fue un milagro, es algo que hice por el bien de mi hermana mayor.

Di el resto de mi tiempo de vida, a cambio de un deseo.

—Cuando despierte, hasta ella quedará sorprendida por la noticia —afirmo sonriendo. Tomo la mano de mi hermana y la aprieto con suavidad—. Despierta pronto, Brina. Te estaremos esperando. Sobre menos, yo. No olvido tu promesa de ir a comprar ropa.

Viendo a mi hermana, tal vez, no deba de arrepentirme de haberme unido con un demonio.

Ella está bien y eso cuenta.

El ruido de algo golpear la ventana de la habitación, hace que dirija mi mirada hacia esa dirección, encontrándome con un cuervo negro, quien golpea el vidrio, como si estuviera llamándome la atención.

Oh no, ¿de nuevo?

Solo ha pasado un día desde la última vez que lo vi.

Aun siendo molestia por haber robado mi primer beso. ¡Un demonio se llevó ese privilegio! ¡Qué decepción!

—Iré a respirar afuera. Ya vuelvo —comunico a mi madre, quien sonríe y asiente con la cabeza—. ¿No quieres que te compre algo para comer?

Niega con la cabeza.

—No. Estoy bien. He comido un sanduche —contesta, mirando a mi hermana—. Estaré más tiempo con tu hermana.

DAME TU TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora