"Dame tu tiempo y te daré lo que deseas", esa fue la frase que escuché cuando estaba llorando afuera del hospital, por saber la situación crítica de mi hermana. Era un chico de alto con gracia y sardónico. Un demonio. ¿Puede una chica como yo, haber...
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Luego de tener una escena rosa con el tonto de Belicar, vamos detrás de Zactis para conocer más demonios del entorno. Observo de manera discreta, los trajes elegantes que portan. Hay mujeres y hombres, por todas partes. Las féminas, tienen vestidos largos, bien apegados a sus cuerpos, luciendo sus curvas matadoras y perfectas. Ni que hablar de sus pechos grandes que se acentúan al caminar. Un deleite a la vista masculina. Echo un vistazo a idiota exduque infernal, queriendo ver si también cae, pero...
Nada.
Pasa a un lado, como si no le interesara ninguna de las "diablas".
—¿Por qué? —pregunto en un susurro sin comprender. ¡Todas están hermosas y tentadoras! —. No comprendo.
—¿Blanco? —inquiere otra voz reconocida. Fijo mis ojos al demonio de pie, pudiendo recordar a Belgor. ¿Por qué no lo haría? ¡Mostró su verdadera forma de monstruo con cuernos!—. Un color que resalta, en medio de todos nosotros.
Debe ser un cumplido.
Creo.
—Gracias por decirlo. Lo preparé bien —habla Belicar con tono orgulloso en la voz—. Fue fácil sacarle las medidas correctas a su cuerpo de niña.
Muy simpático.
—Pensé que se hacía difícil, sacarle medidas a alguien —replica Zactis, examinándome de pie a cabeza—. ¿Cómo pudiste hacerlo? No me digas que...
—Tanteé mucho. Así que.....Saqué sus medidas —contesta orgulloso de su hazaña pervertida—. Lo mismo va con Klaus. Muy sencillo.
En este momento, comprendo sus toqueteos por mi cuerpo. ¿Estaba midiendo mi talla? Echo una ojeada a mi vestido blanco y sí, no se ha equivocado.
—¿Te la vas a comer así? —inquiere Belgor, acercándose a mí—. ¿De verdad no puedo probar a tu cuervo? ¿Ni una pierna? ¿Ala? ¿Qué te parece una pata? —Casi lo veo babear—. Me lo comeré con delicadez, disgustándome de....
—No —niego, apartándome de él y alejando a Klaus de su presencia—. Si quieres comer, anda consíguete un pollo.
—No. Eso no tiene sabor como un cuervo negro...
—Bien. Aquí, nadie se comerá al viejo cuervo. No queremos a un Belicar enojado —habla Zactis riéndose—. Sería problemático para esta fiesta. ¿Se imaginan?
¿Molesto? ¿Este tonto demonio?
Lo miro de soslayo. Siempre se ha tomado todo en calma. Nunca lo he llegado a ver en términos airados.
Una música de blues, resuena por todo el lugar. Todas las parejas, salen a danzar con normalidad. Belicar, voltea a mirarme con una sonrisa. Eso significa que quiere bailar conmigo. Él adora este tipo de danza. Una cualidad muy extraña.
