𝐁𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐞𝐭𝐭𝐞
—Quiero que te quedes aquí—Ordenó Enjolras.
—¡No, yo iré contigo!— exclamé.
— No está en discusión, Bernadette— empezó a caminar a entre la multitud, la revolución había empezado. Mi esposo era el líder. Y yo iba detrás de él tratando de convencerlo de estar en la batalla, pero el no quería, tenía sus razones por supuesto, pero así como las mías, no quería quedarme sentada bordando, y solo esperando a que todo terminara. Quería proteger a mi esposo con la misma intensidad con la que él me protege a mi.
— Tu no decides por mi Enjo—declare. Limpie la lágrima que recorría por mi mejilla.
— ¡No pienso dejar que te hagan daño!—volteó bruscamente. Firme y con frustración, alzandome la voz—. No me perdonaría si algo te llega a pasar—me tomo de ambas manos y se tranquilizó, se acercó a mi poco a poco, con un tono suave, sus ojos gritaban súplicas de que me quedara, su brillo era intenso, pues se dió cuenta de con quién estaba hablando-. No podría vivir si algo te llega a pasar. No lo soportaría.
— Entonces comprendes por completo lo que siento yo ahora—tome su rostro con mi mano, trague saliva y continúe hablando—. Sabes que eres lo único que tengo. Eres todo lo que tengo ahora, ¿Lo sabes?
Dejamos de hablar, y al fondo solo oiamos las órdenes, otros llamaban a Enjolras para exigirle algúna solución por lo menos saber que hacer en este momento de crisis. Tomo la mano que descansaba sobre su mejilla y me brindo un suave beso en el dorso.
— No importa cuánto te diga que te quedes, ¿no lo harás, verdad?— unió su frente con la mía.
— Jamás te dejare pelear solo. Estamos juntos en esto...— afirmé.
—...hasta el final—concluyó él.
—Hasta el final...—conclui con él.
Uni mis labios con los suyos, me tomo del rostro y el beso se volvió más húmedo cada vez, sentí su dulzura, su ternura y su calidez en él. De verdad lo amaba, y si tenía que morir a su lado, estoy dispuesta. Por la revolución. Por mi país. Por mi libertad.
Lo amaba, era un hombre valiente, inteligente y defendía sus ideas y creencias a como de lugar, fue una de las cosas que me enamoro perdidamente de él.
Habían pasado los días, y la batalla aún no terminaba. Se formó una barricada, con cientos de artículos como carruajes, muebles y otros artículos de madera que fueron utilizados como protección. Enjo estaba comprometido con su patria y así como él lo estaba, yo lo estaba por el y por la revolución también. Es muy persuasivo en estos asuntos.
—De verdad lo siento querida—dijo Enjo. Mientras vendaba mi costado del abdomen.
— No fue tu culpa—quejándome, uno de los soldados por poco me habían apuñalado con una bayoneta. Era la única mujer en este batallón que quedaba y los hombres me habían subestimado, era de las pocas que quedaban junto con mi esposo—. Lo tenía en mis expectativas.
Trate de ver un lado divertido en esta situación, aunque Enjolras estaba serio por mi salud.
— Yo todavía no puedo creer que estés aquí conmigo. Quiero decir. Eres la persona más valiente que conozco— me miró a los ojos, sentía una admiración por su parte.
Reviso la herida de mi costado por última vez, apresar de escasear la limpieza y la abundancia de la ruina, su cuidado fue muy pulcro.
— Me permito decirte que me siento halagada—Le dedique una sonrisa—. Siempre voy a cubrirte. Conserva eso en tus pensamientos.
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𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 / 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧
FanfictionSiento que te conozco, aunque jamás te haya visto. Siento que te quiero aunque no te conozco. Siento que te he extrañado aún sin siquiera saber quién eras. Pero sé que te amo, te amo tanto que ni una vida puede ser lo suficientemente larga para deci...