𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 48

129 22 5
                                    

𝔈𝔡𝔡𝔦𝔢 𝔐𝔲𝔫𝔰𝔬𝔫

Son las tres y cuarto de la mañana. Recibo una llamada en el bar un par de horas de terminar m de tocar, y en este punto agradezco que mi novia no esté esta noche; tocamos fatal. Gareth casi se pelea con un borracho; no pasó de palabras, pero rompió un par de vasos que tuve que pagar con mi antiguo trabajo aquí; recolectando botellas a medio terminar y vacías para pagar esta deuda. Gareth me debe una sin duda.

—Munson. Teléfono. Una chica —dice el cantinero desde la barra. Dejo de hacer mi trabajo y corro hacia el área de las botellas.

Brinco la barra y tomo el teléfono de su mano. La primera chica en la que pienso es Bon cuando tomé la llamada. Le di la indicación de llamarme al bar en caso de cualquier emergencia o si necesitaba que fuera a buscarla.

—¿Sí, amor?
Hay un momento de silencio.
—No... Eddie —no es mi novia—. Soy Chrissy.

Me siento avergonzado por un breve segundo. Trago saliva y carraspeo un poco. Sin embargo, el sentimiento cambia tan rápido que noto su nerviosismo a través de la bocina.

—¿Chrissy? ¿Qué sucede? ¿Dónde está Bonnie?

—Escucha. No hay mucho que explicar. ¿Puedes venir por ella? —en su tono hay empatía, parece que también le preocupa.

—De acuerdo. Llego en quince minutos. Quédate con ella hasta que llegue. Por favor, no la dejes sola, ¿si?

—Está bien, pero no tardes —suplica antes de que cuelgue.

No doy más explicación y cuelgo el teléfono. Me voy del bar evitando las preguntas de Gareth y Jeff. En la carretera estaba conduciendo como un loco, le hablaba a la furgoneta como si de una persona se tratase, le suplicaba que no me fallara esta noche, incluso le hice cumplidos. Estoy perdiendo la cabeza.

Las llantas de la furgoneta derrapan sobre la calle frente a la residencia Cunningham. Doy un vistazo breve por la ventana del copiloto. Bajo de la furgoneta y en el jardín hay una previa exhibición de lo que veré adentro: deportistas, populares, algunas porristas en ropa casual. Con sus expresiones me doy cuenta de que no soy del todo bienvenido aquí. Igual no pienso quedarme mucho tiempo.

Entro a la casa y lo que me recibe son miradas desaprobadoras de personas con el cabello esponjado de tanto fijador. Incluso yo tendría cuidado con los cigarrillos que algunos sostienen entre sus dedos.

No veo a Bon ni a Chrissy en ninguna parte de la primera planta, así que subo las escaleras, deslizándome entre parejas besándose, gente bebiendo alcohol y otros charlando. Busco con la vista a mi novia, cuando me percato de su silueta detrás de un grupo del equipo de básquetbol. Mi novia está sentada con Chrissy en unas sillas del corredor.

Mi novia parece angustiada y desanimada mientras Chrissy intenta tranquilizarla y hacerle compañía. Bon está cubierta de una manta de Chrissy, ya que usaba pantaloncillos cortos y una blusa sin tirantes ni mangas. Me acerco a ellas, con el equipo manteniendo su fijación en mí. Que se jodan.

Bonnie levanta la mirada hacia mí y se levanta para abrazarme. Sus brazos suplican no romper este momento. Miro a Chrissy y parece entender que ahora me encargaré yo, pero se queda aquí sin intención de abandonar a su amiga hasta estar segura.

Escucho como Bon sorbe su nariz, me alejo un poco para observarle el rostro. Ha llorado, el leve enrojecimiento en sus párpados y el pequeño puchero que intenta suprimir la delatan al instante.

—¿Estás bien? ¿Qué sucedió?

—Eddie, ¿puedes llevarme a casa? —pregunta Bon, ignorando mis preguntas.

𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 / 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora