𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 9

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𝔈𝔡𝔡𝔦𝔢 𝔐𝔲𝔫𝔰𝔬𝔫

Eran las 6:45 de la tarde. Estaba casi a una hora para ir a recoger a Bonnie. Los nervios eran mi compañía en estos momentos.

Tenía todo el plan listo. Sentia que algo olvidaba, pero no, solo era mi cabeza jugandome una mala pesada. Ya me había duchado, y apenas tenía el pantalón y los zapatos puestos. Mi cabello aún goteaba el agua restante que quedó.

No dejaba de mover constantemente mi pierna mientras veía lo que había en el armario, decidiendo que ponerme. No la llevaría a un lugar formal. Pero quiero que de verdad todo lo que haga sea especial. Respiré hondo y tuve un momento de reflexión.

No quería darle más vueltas al asunto y solo me puse lo primero que ví, de todas formas siempre uso mi chaqueta de cuero que opaca todo. Así que en ese sentido da igual. Tampoco es como que tuviera mucha ropa de dónde escoger.

Termine de vestirme, y me cersiore de que nada faltase, el cassette, dinero. La guitarra está en mi camioneta. Así que supuse que tenía todo listo.

Salí de la casa con las manos sudorosas, los nervios querían traicionarme, fingia que tenía todo controlado para que esto pase rápido. Salí de mi casa para irme en la furgoneta. Mi vista capto a una Max vigilandome desde el pequeño e improvisado pórtico de su casa. Tenía la misma vibra que un padre estricto con su hija. Era cómico.

Me subí a mi furgoneta y emprendí el viaje para ir a recoger a Bonnie. Salí temprano para poder pasar a una florería. Cuando llegué había una cantidad de flores y arreglos, pero ninguno de esos me convencía para nada, ni siquiera para un funeral. Tengo muy malos gustos para este tipo de cosas.

Preferí no hacerme nudos en mi mente de lo que le gustaría o no. Pero por alguna extraña razón, me decía que las rosas blancas eran una opción. Compré una rosa blanca envuelta en un papel azul y adornada con otras flores más pequeños. Era simple pero estaba convencido de que le gustaría. Ya eran las 7:45 cuando salí de la florería, ya estaba oscureciendo, procure en llegar por Bonnie cinco minutos antes de las ocho. Quería ser puntual.

Llegué a la casa de Bonnie y estacioné en frente. Estaba emocionado, y si seguía con este ritmo, sabría que todo iría a la perfección. Di pequeños golpecitos de alegría en el volante al ritmo de la canción, cómo si de una batería se trataba. Me di un vistazo en el espejo retrovisor y salí de la furgoneta con mucho entusiasmo y con la rosa en la mano.

Tenía una sonrisa de satisfacción adornando mi rostro. Me sentía tan seguro y alegre. Era una sensación increíble del cuál no quería escapar nunca.

Llegué a la puerta principal de la casa y toque el timbre. mi pie no dejaba de moverse por lo ansioso que estaba, ya quería verla y no me aguantaba el tiempo, ni siquiera los segundos en los que ella tardaría en abrir la puerta me parecía corto, parecían una eternidad.

Escuché el chirrido de la puerta abriendose, permitiendome tener una de las vistas más bellas que pude haber tenido. Una risueña Bonnie se lanzó sobre mi abrazándome con mucho cariño, rodeando mi cuello con sus brazos. El olor de su perfume invadió mis fosas nasales por completo, incluso el aroma a cereza de su labial llegaba a ser notorio. Ella se separó de mi un poco, yo la sostenía de cintura haciendo que nuestros cuerpos mantengan el contacto. No me dió mucho tiempo de reaccionar o decir algo.

Quedé embobado, estaba preciosa, y yo no pude parar de admirarla, su cabello tenía más volumen, y sus ojos me provocaban otra sensació, lucian intimidantes y profundos por el maquillaje.

— Te traje esto —eleve la rosa hasta nuestros rostros para que pudiera observarla. Ella quedó maravillada, y la tomo como si de algo muy frágil y delicado se tratara. Se separó de mi cuerpo y obsevaba la rosa con una sonrisa.

𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 / 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora