𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 35

625 72 30
                                    

𝔈𝔡𝔡𝔦𝔢 𝔐𝔲𝔫𝔰𝔬𝔫

We all live in a yellow submarine. Yellow submarine. Yellow submarine

Una suave voz me recibe en estas horas de la mañana. La cama se había puesto fría, fresca y muy esponjosa. No me molesta quien cante. De hecho, lo estoy disfrutando. Movía los dedos de los pies al ritmo del canto. Conozco esa canción. De Los Beatles, Bonnie está cantando creyendo que aun permanezco dormido.

No quiero levantarme. La cama esta tan cómoda que ni quiero levantarme. Además, estoy siendo encantado por las suaves notas que Bonnie canta. Me siento con un enorme privilegio de escucharla. Desde que la conozco no he tenido oportunidad de escucharla determinación. Mis pies se mueven al ritmo imaginario de la canción que llega a mi cabeza.

As we live a life of ease every one of us, has all we need. Sky of blue and sea of Green in our Yellow Submarine

Escondo mi cabeza bajo la almohada, pues no me resistí a cantar con ella parte de la canción, y creo que me ha escuchado. Su cuerpo cae con brusquedad encima del mío, quitándome el aire por unos segundos.

—Sé que estabas escuchándome Munson —afirma Bonnie, tranquila y muy segura pero con un poco de diversión.

—No, sigo dormido —respondo aún debajo de la almohada.

Siento su peso sobre el colchón justo a mi lado. Los rechinidos de la cama resuenan.
Escucho que se ríe y comienza a frotar mi espalda.

—Lo que tú digas. Vamos. Mi abuela nos espera con el desayuno abajo.

¿Qué?

Me remuevo de la cama y por la sorpresa me quito la almohada para verificar lo que me ha dicho. Un terror me invade las entrañas. Está sentada sobre la cama, viendo mi reacción con una sonrisa labial.

—Mi abuela sabe que estas aquí. Le dije que viniste temprano.

—Florecita. ¿Te das cuenta de lo que has hecho? —digo guardando la calma.

¿Por qué no le atormenta cómo a mi?

—Sí, y no tengo miedo—declara con mucha confianza de por medio—. Créeme, es de fiar —se inclina hacia a mí y mueve mi cabello para verme el rostro. Me besa la nariz y me palmotea el estómago—, además ya que no habrá escuela hoy, quiero mostrarte algo.

—No habrá porque lo decidimos así —tumbo mi cara contra la almohada. Quiero cerrar los ojos—. Hay que dormir un poco más. Por favor bebé.

—Es muy tentador, pero de verdad tengo hambre y quiero desayunar contigo.

Bueno. ¿Qué se le puede hacer? Siempre me será un honor desayunar a su lado.

—¿Podemos comprar pizza en la tarde? —pregunta Bonnie mientras yo me levanto de la cama.

—Si quieres pizza, comeremos pizza —afirmo.

Bonnie da unos pequeños aplausos, y comienza a avanzar de rodillas sobre la cama hasta la orilla, pero en un fallido intento de colocarse de pie, sus piernas se enredaron entre las sabanas y cayó al suelo extendiendo los brazos tratando de sostenerse del pues del aire, porque no logro atraparla, provocando un fuerte impacto en la alfombra.

—Mierda. Amor, ¿Estas bien? —pregunto preocupado mientras la auxilio y la ayudo a levantarse.

En vez de quejarse empezó a reír.

—Estoy bien —dice mientras me deja examinare la cara—, ¿Me deformé? —bromea ella.

—No—acomodo su cabello de manera que no interrumpa la vista a su rostro —. Sigues igual de bonita que siempre. Trata de tener más cuidado.

𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 / 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora