𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 43

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𝐁𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐞𝐭𝐭𝐞

Perdida. ¿Que quiere decir en realidad?
Enjolras y yo hemos estado callados en todo el camino a casa. Había sido una noche muy larga. Estaba cansada, triste, tranquila pero aún así... Sintiéndome vacía.

Recargue mi frente en el cristal, la ventana dejaba atrás todo paisaje de campo hacia nuestro hogar. ¿Que hice mal? Fue una caída... No lo recuerdo bien...

Bernadette trataba de conciliar el sueño. Sus noches se habían vuelto sin alma por la ausencia de Enjolras. Su esposo había pasado las noches en su despacho, justo en el primer piso de la casa, mientras él se aseguraba que su esposa dormía tranquila, bajaba hacia el primer piso en su despacho y ponía manos a la obra sobre todo el trabajo acumulado.

Era trabajo que no atendía durante el día o tarde por dedicarle el tiempo a su esposa. Le emocionaba el hecho de ser padre, sin embargo, tenía un temor que no era capaz de mostrar o decirle a Bernadette.

Empezó hace unos días. Su curiosidad lo llevo a tentarse en visitar al medico con el cual su esposa había sido atendida. Era un médico joven pero con mucha experiencia gracias a su estudio y su capacitación junto a su padre quien fue el que le heredó su pasión por la medicina y sus futuros descubrimientos.

Cuando Enjolras fue a visitarlo, el medico se negó a otorgarle cualquier información sobre su esposa, pues... Era su paciente. Esto no le desagrado en todo a Enjolras, pues parecía alguien confiable el hecho de que una persona no proporcionara información de la mujer que ama tan fácilmente.

Cuando Enjolras le convenció que era el esposo de Bernie. El médico ya no se guardo más. Teniendo en cuenta que es el padre del bebé de la paciente, lo creyó así conveniente. Según su diagnóstico, Bernie contaba con un riesgo muy alto de perder a su bebé.

Las pruebas eran los abortos que la madre de Bernie había tenido, y que era probable que ese patrón se repitieran en ella, además de que las tareas que Bernie se encomendaba empeoraban la situación.

La alimentación a sus caballos, las largas caminatas que Bernie realizaba de su hogar al trabajo y viceversa causándole ampollas en los pies. La fuerza que utilizaba para reparar algunas instalaciones de su trabajo ya que su jefe no tenía presupuesto para contratar a alguien que se encargará del mantenimiento.

—Pero... ¿De que habla? Mi esposa no hace actividades peligrosas. Dios... Apenas y camina por precaución—dijo Enjolras sin creerse lo que el medico le decía. Enjolras no sabía que Bernie hacía más cosas que solo caminar.

—Lo siento mucho señor Enjolras. Pero aunque Bernadette se mantenga en cama todo el día, dudo mucho que pueda... resistir.

—¿Ella lo sabe?

El silencio gobernó en esa pequeña salita con camilla, había una persona esperando a ser atendida en el vestíbulo, muchas herramientas perfectamente ordenadas y limpias. El olor a hierbas y jazmines era fuerte, todo parecía estar limpio, a pesar de las condiciones tan deplorables a las afuera del consultorio... Finalmente el médico respondió.

—Lo sabe —contesto el doctor, asintiendo y con una pena embargado en sus ojos.

—Solo dígame una cosa...—esas palabras salieron de Enjolras casi como un ruego, esperando una respuesta que sea por lo menos un alivio a su mente tan intranquila por la preocupación en la salud de su esposa—. Si eso llega a pasar... ¿La perderé a ella también?

Enjolras tenía miedo. Probablemente era una pregunta irracional, pero en ese momento sintió miedo. El sabe que aceptaría perder un bebé, y que el tiempo lo sanará, pero ¿Perder a su esposa? Enjolras jamás había sentido miedo en su vida, ni siquiera de pequeño... Pero el miedo de perder a su amada, otra vez lo derribó. Una vez cuando no la encontro en la casa que había rentado cerca de París. Cuando llegó y no vio sus pecas por ninguna parte, la puerta dañada de la biblioteca y el portón de barrotes negros del jardín abierto temiendo lo peor.

𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 / 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora