𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 45

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⚠️: Contenido explícito.

𝐁𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐞𝐭𝐭𝐞

Las manos de Enjolras se calcinaron en un fuego de
pasión ocasionado por el momento. En medio del oscuro callejón, sentía sus manos a través de la tela de mi vestido, me elevo hasta que mis piernas rodearon su cadera.

—¡Enjo! No podemos hacer esto aquí, ¡nos verán! –susurre regañando a Enjolras, quien solo emitió un sonido grutural provocándome una picara risa. Me dio a entender que no le importaba en lo más mínimo.

Mis manos se posicionaron en sus hombros. Su desinterés en nuestro entorno me contagio, y la preocupación de que alguien contemplara el pequeño espectáculo que estábamos realizando comenzó a desvanecerse. Su fragancia, tan masculina y natural no podía ser más exquisito. La sensación de sus dedos deslizándose por debajo de mi falda era adictiva, me provoco un cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo.

—Quiero hacerte mía esta noche –susurro en mi oído —, quiero volver a sentirte…

Mi vientre se contrajo al sonar de esas palabras, no sabía cómo reaccionar hasta que una parte de mi mente me aconsejo ceder en lo que sentía, en dejarme llevar y no dejar que las dudas se apoderen de mi cuerpo. Un cuerpo que no había sido explorado en buen tiempo. Sus manos me bajaron con tal delicadeza que no sentí que mis zapatos tocaran el suelo hasta que dijo:

—Vamos a casa, florecita.

Fue una dulce tortura. Estaba claro que la noche aún tenía mucho como para concluir. Esas palabras fueron una firma, porque sabía lo que implicaba y lo que me esperaba una vez que llegáramos a nuestro hogar. Me tomo de la mano y nos adentramos a la taberna nuevamente. Tomamos nuestras pertenencias y nos despedimos de nuestros amigos. Enjolras tomo mi abrigo y lo coloco encima de mí. Rentamos un coche y en medio de la fría noche nos dirigimos a nuestro hogar.

Durante el trayecto, la sensación era como si me sintiera recién casada—llevo un año claro está, pero se siente como si me hubiera casado hace apenas unas horas— ¿Es asi como el matrimonio se siente? ¿puede llegar a sentir que se desmorona, pero otras veces te sientes tan feliz como si te hubieras casado hace unos minutos? Vaya lio, pero supongo que es emocionante.

Cuando finalmente llegamos a la cerca del jardín delantero, el calor de la emoción encendió mi cuerpo. baje del carruaje y Enjolras bajo después. Era tanta la excitación de volver a conectar que olvidamos los modales el uno con el otro. Enjolras le pago cierta cantidad de francos, que a mi punto de vista, si mi razón y mi cordura no se hubieran cegado por la lujuria del momento, diría que hasta dio de mas como para considerarlo una propina. Camine por el jardín escuchando los pasos de enjolras a atrás de mi con los zapatos crujiendo la hierba del suelo. Atravesé el pórtico y entre a la casa sin esfuerzo alguno por destrabar los seguros.
Enjolras entro después de mí; en un movimiento veloz, tomo mi brazo y me coloco en la puerta., sin darme un momento para reaccionar, sus labios se vuelven los dueños de los míos. Sus manos pasaron a los tiros de mi vestido. Una buena ventaja de no contar con corsé o miriñaque es la facilidad con la que Enjolras pudo desenvolverme. Lo disfrutaba, tanto el como yo disfrutaba como el aire comenzaba a tocar mi piel, su sonrisa se formó en la oscuridad, la iluminación de la luna era el único acompañante que era testigo, como las incontables noches antes de los trágicos sucesos recientes.
Seguía besándome mientras se retiraba el abrigo y el saco. La ropa que quedaba era su camisón de base revuelto y muy arrugado por mis desesperados tratos para que cumpla la palabra que enuncio en el callejón hace un rato. Sus manos dejaron de tocarme y ayudaron a las mías a quitarle el camisón blanco. No nos molestamos en encendedor la chimenea, hacia frio, pero no hacía falta tener más calor de la que ya expulsábamos entre los dos.

𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞 / 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora