† 17. STELLA †

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| Capítulo 17 |


Mientras caminaban a paso lento, Clare y Camelot podían escuchar como el ruido de las hojas secas y las pequeñas ramas bajo sus pies se rompían y emitían ese ruido seco que inundaba el silencioso ambiente. Habían decidido volver a casa de Camelot, pero en lo que iba de trayecto, a Clare le extrañaba que el chico estuviera tan callado. Al dedicarle una mirada de reojo, se dio cuenta de que Camelot estaba totalmente ensimismado.

«¿En qué estará pensando?»

Clare no pudo contener su intriga, así que se atrevió a preguntarle, pero este solo le respondió:

—No es nada de que preocuparse. —Se le formó una breve, pero sincera sonrisa en el rostro de Camelot, y eso hizo que Clare no siguiera indagando más.

Afortunadamente, en ese momento ya habían llegado a la casa. Camelot abrió la puerta trasera y entraron. Al instante en el que pasaron el umbral de la puerta, los inundó un riquísimo aroma. De seguro la madre de Camelot había preparado algo delicioso, aunque por lo que veía Clare, no se veía a la madre del chico en la cocina.

Clare pudo notar con más detenimiento la casa, la mayoría de las superficies estaban hechas de mármol blanco, la cocina era muy moderna, había un gran arco que comunicaba con la sala y a su vez con el recibidor. Igualmente, cerca de la cocina había una puerta, no sabía qué había dentro. Y del otro lado de la estancia se podía observar una escalera con unos elegantes pasamanos blancos que de seguro dirigía a las habitaciones.

—Si gustas podemos subir a mi habitación y allá podemos seguir hablando. —propuso el peliblanco, volteándose a ver a Clare cuando este ya tenía un pie en el primer escalón.

—Está bien.

En ese preciso momento se pudo escuchar la voz de la madre viniendo de algún lugar cercano.

—Osito. —Camelot al instante se puso rojo y rígido por la mención de ese apodo, y carraspeó para intentar desviar la atención de Clare que estaba aguantando las ganas de reírse— En tu habitación les dejé algunas galletas. —Clare al asomarse vio que la madre de Camelot se encontraba de espaldas a ellos en un sillón blanco de la sala seguramente viendo su celular.

—Gracias, mamá. —Camelot se acercó a su madre y le dio un casto beso en la mejilla.

—Sí, sí. —La señora Chambers hizo un ademán con su mano, restándole importancia al asunto sin apartar la vista de su celular— Ahora por favor déjame ver mi novela, ¿sí?

Se pudo escuchar la melodiosa risa de Camelot.

—Está bien, mamá. —Esta vez el joven se acercó nuevamente a las escaleras y subió seguido de Clare.

Al llegar al piso de arriba lo primero que se podía divisar era una pared beige con tres puertas contiguas. Del lado derecho habían dos puerta, pero debido a que estaban entre abiertas, Clare supuso que una era la habitación para invitados y la otra dirigía al baño. Del otro lado había un pequeño espacio donde habían varios sillones negros, una peluda alfombra gris y un gran televisor. Detrás de esos sillones había una gran pared y al lado una puerta de cristal que daba a un gran balcón con vista al jardín trasero donde habían estado antes; es decir, el patio donde estaban los árboles y las lápidas.

Camelot se acercó a las tres puertas que tenían en frente y se dirigió a la que tenía a su mano izquierda. Al entrar, Clare pudo apreciar que todo ahí dentro era de tonalidades oscuras por más de que las paredes fueran blancas. 

Frente a la puerta se encontraba una gran ventana doble con dos cortinas de un color verde oliva, en medio de la habitación estaba una gran alfombra negra circular que contrastaba con los pisos marrón oscuro. Del lado derecho de la habitación se encontraba una mesita de noche con un pequeño muñeco, un diario y una lámpara negra junto a una cama bien tendida pegada a una pared llena de pósters de bandas y películas, además de algunos CD's pintados a mano con varias temáticas.

PARASOMNIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora