† 18. PERICULUM †

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| Capítulo 18 |

El reloj de la sala marcaban las 7:00pm mientras aun producía un imparable tic tac que era lo único que se podía oír en la sala, aparte de los cubiertos mientras los presentes trataban de terminar su cena. 

En un profundo silencio, Clare se metió a la boca su tenedor. Su madre había optado por intentar cocinar comida tailandesa y no le había quedado para nada mal como su padre y ella esperaban.

—Clare —Por fin su padre había roto el silencioso ambiente, tratando de aclararse la garganta luego de mencionar su nombre—, ¿cómo te ha ido en clases? ¿En qué club extracurricular te inscribiste esta vez? 

Clare fue a abrir la boca para responder, pero justo en ese momento se escuchó un agudo grito desgarrador que le heló el alma a Clare de tan solo escucharlo, por más de que el grito fuera tan fuerte que se pudo escuchar tan cerca, sabía que en realidad había provenido de unas cuantas casa alejadas a la suya. ¿De dónde provenía? ¿Estarían a salvo?

Tanto ella como sus padres tenían una clara expresión de horror y Clare no supo articular palabra alguna.

Unos escasos minutos antes, a unas cuantas casas alejadas de la de la familia Night se encontraba una pequeña familia; un matrimonio con sus dos pequeños niños.

Ya era tarde, por lo que la madre estaba preparando tranquilamente la cena en la cocina. Por más de que ella fuera vegetariana y se oponía a comer carne, su marido y sus hijos no seguían sus inhibiciones. Aun así, en la casa solo se comía comida vegetariana, a comparación cuando el padre junto con sus hijos salían los fines de semana y podían no restringirse de comer lo que quisieran.

Pero justo cuando la madre estaba a punto de llamar a todos a comer, vio como las luces de la casa empezaban a parpadear. No era costumbre que lo hicieran; tenían un buen servicio técnico y no vivían en la zona más baja del pueblo como para decir que era por esa razón. La madre extrañada de quedó mirando fijamente como el bombillo de la cocina titilaba constantemente, hasta que de un momento a otro... se apagó.

Toda la cocina quedó en una total penumbra y con ello el vívido miedo de la mujer se hizo presente.

—¡Roger! ¡Roger, trae los suministros! —gritó la mujer muy abatida.

—¿De qué hablas, Claudia? No se ha ido la luz. —Se oyó la voz distante de su esposo con cierto tono de irritación en su voz. Seguramente estaba viendo el partido.

Tratando de tranquilizarse, Claudia buscó entre los cajones de la cocina una linterna. Al conseguir una, la encendió, pero su luz no era suficiente. Se dio cuenta que el aparato era recargable y era evidente que no tenía suficiente batería.

Maldijo por lo bajo y empezó entonces a buscar velas.

Pero mientras se escuchaba como revolvía el contenido de los cajones, tratando de hallar lo que tanto buscaba. Se escuchó un crujido.

Al principio pensó que era uno de sus hijos que había bajado a curiosear, pero al volver a escuchar el mismo ruido se dio cuenta de que era producido por algo mucho más pesado.

Su piel se erizó y era obvio que ya no estaba respondiendo adecuadamente, ya hasta le costaba respirar. Escuchó como el crujido a paso lento se acercaba cada vez más a donde ella estaba, y ella no podía hacer nada. ¿Qué podría hacer? Estaba indefensa.

PARASOMNIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora