† 33. CRUCIALIS TEMPUS †

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| Capítulo 33 |

Con los finos rayos dorados del sol colándose entre las cortinas de la habitaciones, Clare poco a poco iba despertando y, con ello, los recuerdos de lo que pasó la noche anterior se hacían palpables.

De repente le vino el último recuerdo que tuvo de Camelot, y eso hizo que abriera sus ojos de golpe. Al hacerlo, se dio cuenta que no estaba en su habitación, mejor dicho, que no estaba en su casa. Se sentó agitada, pero se sorprendió ver a Mikhail con su pijama de colores oscuros sentado en la esquina de la cama con una taza humeante entre sus manos y con su cabello levemente desordenado.

—Buenos días, roja. —Le dedicó una pequeña sonrisa— Te traje algo. —dijo haciendo referencia a la taza entre sus manos.

—¿Dónde estoy? ¿Dónde está Camelot? —inquirió atropelladamente, haciendo notar su nerviosismo. De cierta forma se sentía culpable por dejarlo solo, pero no se perdonaría si algo malo le hubiera pasado.

—Así que sí recuerdas algo de lo que pasó anoche. —Mikhail se levantó a paso lento y luego de dejar la taza en la mesita de noche, se volvió a sentar un poco más cerca de Clare.

El chico suspiró antes de hablar.

—Luego de que te desmayaras te traje aquí. Estás en mi casa —indicó Mikhail— No me pareció lo mejor llevarte a tu casa estando en esas condiciones —Clare alzó un poco sus sábanas y se dio cuenta que tenía una pijama que no era suya, Clare se sonrojó de solo pensarlo. Mikhail se aclaró la garganta— Tenías una herida muy grande en tu brazo que llenó casi toda tu ropa de sangre, y luego de curarla, tuve que atender también tu herida del costado. —confesó el pelinegro viéndola atentamemte.

Una cosa que no había notado era que no se esuchaba a más personas en esa casa, así que suponía que sus padres no estaban. Y a decir verdad agradecía enormemente que así fuera. Quería ahorrarse ese momento incómodo.

Clare quedó en silencio por unos momentos procesando la información. Si Mikhail no hubiera estado ahí para ayudarla era claro que las cosas para ella hubieran empeorado con rapidez.

—Muchas gracias. —Clare esbozó una amplia sonrisa de boca cerrada y antes de que el chico lo viera venir, lo rodeó en un fuerte abrazo.

Clare no era mucho de dar afecto físico, pero saber que contaba con Mikhail en sus peores momentos hacía que se le ablandara el corazón.

Mikhail acarició el cabello cobrizo de la joven, disfrutando del contacto tan efusivo de la chica, pero cuando ella se separó del abrazo, ella volvió a hablar.

—¿Por qué estabas ayer por la zona? ¿No deberías de haber estado en tu casa a esas horas de la noche? —preguntó con su ceño levemente fruncido.

Pudo notar que con esa simple pregunta, y por más de que tratase de disimularlo bien, el chico se inquietó a tal punto de acomodarse mejor en su sitio y aclararse la garganta.

—No fue nada, solo que había dejado algo en casa de Camelot y, al ver que no me respondía, decidí ir caminando. —Se encogió de hombros restándole importancia. Clare decidió no insistir más— Hablando de Camelot. Él está bien. —aclaró volviendo a formar una dulce sonrisa.

Clare se alivió al escuchar eso.

«Camelot está bien. Está vivo.»

De solo pensar eso, sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas de felicidad al saber que no todos estaban bien.

—Ahora. Dejando un poco de lado el sentimentalismo —Mikhail se levantó, apoyando sus manos en sus rodillas para tomar impulso— ¿Que quieres desayunar?

PARASOMNIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora