† 9. MARE †

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| Capítulo 09 |

Mientras Steve empezó a llorar desconsoladamente y su vista se empezó a nublar. Raven trataba de luchar contra su sombra, su mayor miedo.

En medio de la oscuridad, la joven escuchó como se oyó la voz de una niña pequeña.

—Ven a jugar conmigo, Raven. —Se escuchaba por todos lados esa inquietante voz.

Raven miraba a todos lados desesperada, pero claramente no podía encontrar nada. No tenía ni una sola fuente de luz para ver bien.

Seguidamente se escucharon unas risillas por doquier, cosa que le recorrió un escalofrío por la espalda.

—¡DÉJAME EN PAZ! —La chica gritó con todas sus fuerzas, haciendo que sus lágrimas empezaran a brotar en mayor cantidad. En un acto de desesperación, la chica empezó a jalar sus cabellos, y empezando a llorar fuertemente.

Pudo sentir entonces como empezaron a arañar sus piernas, lo que hacía que por las profundas heridas, comenzara a emerger una alarmante cantidad de sangre. Raven soltó unos inquietante alaridos, no solo por el hecho de que le causara dolor, sino por miedo al ver como las heridas por si solas se iban creando.

—¿O sea que no quieres jugar conmigo? Vamos, voy a ver buena. —Se notaba una fingida inocencia en aquella desconocida voz.

Acurrucada en el suelo, tratando de hallar fácilmente su pequeño espacio de tranquilidad y evitando que sus heridas sangrantes dejaran de brotar hilos gruesos del líquido carmesí que recorrían la pálida piel de sus piernas, pudo divisar entre la oscuridad, una linterna de a lo lejos. Como pudo, se arrastró hasta ella dejando un camino lleno de sangre.

—Vamos, enciende. —ordenó entre súplicas y llantos dándole pequeños golpecitos a la linterna. Desafortunadamente no sucedió nada. La linterna no pude serle de ayuda.

Nuevamente se oyeron esas agudas risas.

—Creo que le faltan las baterías, ¿no es así?

Aunque esta vez la sombra se equivocó, porque cuando Raven ya estaba perdiendo las esperanzas, la linterna por fin encendió y ella a su vez esbozó una enorme sonrisa aliviada.

Pero cuando todo se veía que iba a salir a la perfección, y que podía salir de ahí con vida. La chica fue jalada nuevamente, pero esta vez de un brazo; haciendo que por la súbito movimiento, ella soltara la linterna y cayera al suelo a unos cuando metros de ella, apuntando con su luz a otro lado.

Justo cuando estaba luchando para zafarse de ese fuerte agarre en su muñeca, sintió como sobre sus piernas algo ejercía peso, por lo que claramente se alarmó. En ese momento el agarre de su muñeca se liberó, pero sintió como su corazón empezaba a acelerarse a tal punto de pensar que tal vez podría sufrir de un ataque cardíaco. Se sentía perdida. Ya no tenía escapatoria.

Sintió como lo que sea que estaba encima de sus piernas, se desplazaba hasta colocar cada mano al lado de sus hombros, pero sin mostrar aún su rostro, ya que la oscuridad era tan densa como para tan siquiera ver la punta de su nariz, aunque con la poca luz de la linterna que yacía en el suelo podía ver un poco.

—Juega conmigo. —Repentinamente de la oscuridad, salió la cara de una muñeca de porcelana rota, con cabellos negros, dos grandes ojos totalmente blancos, y con afilados colmillos en vez de dientes, que habló con una voz gutural y se podría decir que hasta inhumana.

Raven al instante soltó un agudo grito, pero la muñeca en un repentino movimiento enterró sus afiladas uñas en las heridas de las piernas de la chica, haciendo que sus gritos se volvieran más inquietantes y tortuosos.

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