1. ❝Prólogo❞

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Coreano / Español

Ink sorbió su nariz. Estaba cansado, tenía los ojos rojos y llorosos. Pasó el último artículo del tipo antes de cobrarle el total y, posteriormente, devolverle el cambio.

Pero el trabajo no acababa ahí, había otra persona esperando en la fila por lo que Ink todavía no podía relajarse y echarse a llorar en la parte trasera de la tienda. Trabajar en un Walmart no era agradable y menos si acababan de romperte el corazón. Trataba de no mirar a los clientes y mantener al margen sus emociones, no podía perder otro empleo por su mal gestión de emociones.

Pasó los primeros artículos, uno seguido del otro sin siquiera fijarse en la pantalla o en el rostro de los clientes. Todo iba bien hasta que escuchó a uno de ellos hablar. — ¿Puedo llevar esto también? — ¿No vamos a llevarle algo a Geno? — Ink frunció el ceño al identificar de manera inmediata el idioma, más no la voz.

Se atrevió a mirar de reojo a los chicos del otro lado de la barra. Uno de ellos hablaba sin parar, todo en coreano y sin tocar el español en absoluto, ojos rasgados y piel pálida, con una estatura promedio y usando el mismo uniforme que Ink usaba durante sus años de secundaria; y a su lado estaba alguien más alto, de tez más oscura, un uniforme diferente y una voz gruesa.

Sabía exactamente quién era...Error Byeon.

El pequeño niño asiático al que solía hacerle bullying durante la secundaria, ¡pero ya no era pequeño en absoluto, era un maldito monstro! No quería que lo viera. Luego de la secundaria no se habían vuelto a ver, ninguno de los dos sabía que había sido del otro durante mucho tiempo. —Oye, no le digas a mi mamá que compré una maruchan.

—Esas cosas estan hechas de petróleo, por eso se quedan en el estómago.

—Qué te valga madres si como plástico, Fresh. —Ink agachó la cabeza todavía más sintiendo la presión al no querer ser descubierto, pasó los artículos sobre el lector rápidamente y carraspeó.

—S-Son q-quinientos doce. —Dijo fingiendo una voz ronca y varonil.

El otro día que estaba en la escuela, había una...— Fresh empezó a contar algo. Error revisó su billetera brindándole solo un tercio de su atención mientras que Ink ni siquiera era capaz de entenderle. —Entonces fuimos por el otro lado, pero...—Ink recibió el dinero.

—Recibo mil...—Murmuró abriendo la caja. —Cuatrocientos ochenta y ocho de cambio...

— ¿Por qué no estas empacando? —Preguntó el mayor a su hermano.

— ¡¿Tengo que empacar yo?! — Exclamó. — ¡¿Y dónde meto todo eso?!

—Ponlo en tu mochila.

— ¡No jodas!

—Q-Que tenga buen día.

—Gracias.

—Gracias. —Repitió Fresh de mala gana tratando de acomodar todo dentro de su mochila entre sus cuadernos y bolas de papel. Ink, evitando por completo el contacto con los hermanos, se volteó hacia los siguientes clientes.

— ¡Buenas tardes! —Saludó mientras rezaba de manera desesperada para que ambos hermanos se fueran de una vez. Y para su suerte, no tardaron mucho.

Más tarde, pasadas las 10 de la noche, por no decir que eran las 11, Ink salió de la tienda con la mochila de la escuela casi arrastrando y un jugo de manzana a medio tomar. Su día no podía ir peor.

La persona que le había roto el corazón no tenía sentimientos, le había terminado por mensaje y en medio de su jornada laboral. ¡Era algo tan cobarde que le hacía llorar de rabia!

Yo te trataría mejor || ErrorInkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora