3. ❝Curitas❞

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—Qué tenga linda noche. —Murmuró Ink con una voz moribunda entregando las bolsas de compras a sus dueños y girándose devuelta a la caja. —Buenas noches. —Tomó el primer artículo con las manos temblorosas y los nudillos hechos trizas. — ¿Tiene tarjeta de puntos? —Pasó por el lector una caja de curitas, algodones, una botella de alcohol, una botella de Violeta y otra de agua oxigenada mientras esperaba la respuesta del cliente. 

—No. — Casi se le salió el corazón al reconocer la voz. Levantó la cabeza lentamente enfocando sus cansados ojos en Error. — ¿Cuánto falta para tu descanso?

—...— Ink se preguntaba lo mismo. Miró la pantalla para checar la hora. —Quince minutos. —El asiático asintió. 

—Voy a estar en el comedor, te espero ahí cuando salgas. —Ni siquiera esperó a que Ink le confirmara su asistencia o algo, tomó todo y dejó un billete grande sobre la barra antes de marcharse.

A Ink le dio igual y siguió trabajando hasta que llegó uno de sus compañeros para reemplazarlo. Ink salió directo al comedor, casi vacío, descubriendo que Error si estaba esperándole ahí. Ocupaba una de las mesas más alejadas de la cocina con una coca a medio tomar, una botella de agua y todas las cosas que había comprado. Estaba escribiendo en el teléfono, pero cuando vio al albino aproximarse dejó el mensaje a medias y puso el celular a un lado. 

Ink lo miró con algo de preocupación hasta que Error le hizo un ademán para que se sentara frente a él. 

—...— El mayor se veía cansado, débil y algo incómodo, no decía palabra alguna e incluso parecía que no respiraba. 

— ¿Tienes sed? — Preguntó el asiático entregándole la botella de agua fría y sin abrir, pero Ink sacudió la cabeza en negación. —Bueno, ¿puedo ver tus manos? —Extendió sus propias manos sobre la mesa esperando a que el otro respondiera colocando las suyas encima. 

El pequeño tardó en tomar una decisión al respecto, dudaba y pensaba mucho sin despegar su atención de las extremidades del chico más grande que él, finalmente se decidió por poner solo una de sus manos encima y Error aceptó gentilmente el acto. 

Le había dado su mano menos dominante, así que si le torcía o le rompía los dedos no sería muy relevante. 

El moreno sintió su piel fría y maltratada. Lo examinó por un largo rato hasta que pudo presentir la incomodidad que se estaba generando alrededor de Ink, por lo que decidió por soltarlo y tomar la botella de agua oxigenada. 

—Te va a arder un poco, pero...cuando era chiquito estaba bien idiota y me caía a cada rato, así que sé como se hace esto. No te preocupes. —Abrió la botella envolviendo uno de los algodones con el liquido. —Solo dime si te arde mucho...—Murmuró acercando su mano herida hacia su rostro para poder ver bien. 

El algodón tocó uno de sus nudillos, estaban abiertos y rojos, la piel estaba rasgada. Pero el ardor no era suficiente como para hacerlo gritar del sufrimiento. Quizá era el cansancio lo que hacía que ya todo le valiera verga, pero solo recostó su rostro sobre la mesa sucumbiendo al suave tratamiento que le daba Error a sus heridas. 

Error, mientras más cuidado ponía en las heridas de Ink la sensación de inquietud e inconformidad iba creciendo. Ya habían pasado unos días desde que se encontraron por segunda vez en esa estación de autobús. Esta era la tercera vez y no pensaba caer en eso de que se había peleado con un borracho porque era más que obvio que la palabra mentira resaltaba igual que su desesperación. 

No iba a decir nada, pero no podía dejar pasar sus uñas. No es que las hubiera cortado mal, claro que no, la mayoría estaban rotas y desfiguradas. Incluso podía ver la piel que se suponía debía estar oculta bajo las uñas. 

No haría ningún comentario, no solo porque no le correspondía sino porque ya podía escucharlo roncar sobre la mesa. 

Terminó de cubrir sus nudillos con las banditas y tomó su otra mano con cuidado, totalmente dispuesto a hacerse cargo de las heridas, las cuales eran todavía peores que las anteriores. 

Lo dejó dormir un rato más aun sosteniéndole la mano y esperando a que el reemplazo de antes viniera a recogerlo para que volviera a su puesto. Fue cuando el albino se despertó y se levantó sin siquiera darse cuenta de que tenía las manos cubiertas por vendas suaves y esponjosas. 

—Tengo que volver al trabajo...—Dijo algo adormecido. —Ah, sí...— Metió su mano en su bolsillo del chaleco y puso un par de billetes sobre la mesa, es ahí cuando se dio cuenta de que tenía las manos cubiertas. —...Es el cambio del dinero que dejaste. —Error sonrió, tocó los billetes con un solo dedo y los empujó devuelta a Ink. 

—Quedátelo. 

—...— Ink palideció. 

—Te debo años de intereses, ¿no? —Rio. 

—Ink, ya hay un señor esperándote. — Anunciaron desde la puerta haciendo sentir al pequeño en una situación de vida o muerte. Error se puso de pie y devolvió los billetes al bolsillo del chaleco del otro antes de tomar sus cosas y marcharse. 

—Te veré otro día. 

—...

¿Por qué insistía tanto en pagarle "intereses"? De todos modos, solo había tomado cinco pesos del suelo. No eran de nadie, pero Ink era un niño tonto y egoísta así que no lo entendía, pero ahora sí...

Yo te trataría mejor || ErrorInkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora