5 de septiembre
A la hora de la comida la cafetería está hasta arriba de estudiantes reunidos al calor de la luz natural que entra por los ventanales. De una de las paredes cuelga un enorme estandarte amarillo con el escudo del equipo de fútbol americano del instituto: el dibujo de una cabeza de tejón con las palabras Honey Badgers de color negro encima y debajo formando un círculo.
A pesar de todo el ruido que hay a su alrededor, Will permanece distraído con sus propios pensamientos hasta que una bolita hecha con una servilleta impacta contra su sien, devolviéndolo a la realidad.
—Tierra llamando a zanahoria —Sophie está sentada con las piernas cruzadas en la silla y tira distraídamente de los hilos de la parte rota de sus vaqueros con sus dedos siempre manchados de tinta de boli y pintura—. Llevas callado un buen rato.
—Ah, bueno, —se rasca la cabeza, cerca de la cicatriz de su ceja derecha—, ayer Keyla y yo estuvimos hablando con mi padre por videollamada.
—¿Cómo está?
—Él está bien, —la mirada interrogante de Jim le obliga a completar su respuesta—, como siempre, haciendo sus cosas de capitán de la Marina en alta mar.
—Por tu cara no parece que todo vaya bien del todo. ¿Es que no viene por Navidad o algo?
—A eso sí que no falta, Mandy, pero ese no es el tema. —Comienza a tamborilear la mesa con los dedos—. Va a dejar los viajes en barco el mes antes de graduarnos.
—Eso era lo que queríais vosotros, ¿no? —Brian se mete una uva en la boca y le da tiempo de ver cómo el pelirrojo se encoge de hombros antes de comenzar a masticar, inflando uno de sus carrillos—. ¿Cuál es el problema entonces? No lo digas, ya estamos otra vez con el drama de «no quiero que se desviva por nosotros sacrificando lo que más le apasiona».
La boca de Will se abre y se cierra varias veces antes de asentir, rindiéndose ante la verdad que desprenden las palabras de su amigo.
—Tío, se te nota en la cara que estás harto de ser el hermano mayor ultra responsable. —Brian no decía más que verdades—. Mira, intenta no darle tantas vueltas y disfruta cuando llegue el momento porque Rowan es un padrazo y la prueba está en que quiere estar contigo y con Keyla por encima de su cargo y la pasta que gana.
—Gracias.
—No te pega que te autoflageles y sobrepienses las cosas, que para eso estoy yo. —Una protesta por parte del resto de la cuadrilla lo corta y él se encoge de hombros mientras se quita las gafas para limpiarlas con la camiseta—. Ya me conocéis, hago esas cosas como mecanismo de defensa.
—Pero lo tuyo ya es exagerado, hombre. En fin, —con un gesto sutil Amanda se coloca un rizo detrás de la oreja—, ¿cómo lo lleva tu tía?
—¿Rachel? Nos dijo que echaría de menos ser nuestros niñeros cuando papá se quede, pero creo que él no la dejará escapar tan fácilmente.
—¿No decías que no se gustaban?
Es la primera vez que Will se ríe en toda la conversación, y más cuando los ojos grises de Sophie se mantienen fijos en él, cargados de interés.
—Y no se gustan, pero conociendo a mi padre y sabiendo cómo está el patio en el tema vivienda no dejaría ni de coña que la persona que le ha ayudado a criar a sus hijos de forma desinteresada desde que mamá falleció y adoptamos a Keyla se fuera así como así. Yo creo que va a quedarse un tiempo más hasta que encuentre piso o trabajo.
—Bueno, está bien que veas el futuro con más optimismo. —Algo llama la atención de Jim por la forma en la que mira por encima del hombro del pelirrojo—. ¿Ese es Vincent?
ESTÁS LEYENDO
Nube Arcoíris
Teen FictionUna chica ambiciosa que no sabe qué hacer con su vida, un músico enamoradizo que vive con el corazón roto, un creyente con una crisis de fe, una aristócrata en una jaula de oro, una artista a la que le cuesta expresarse, el nuevo vecino del barrio q...