4 de septiembre de 2018
A Brian nunca le ha gustado el despertador.
Lo primero que se le ocurre al escuchar su canto estridente es estrellarlo contra la pared, pero se limita a dejar caer su mano sobre él para apagarlo.
Se sienta en la cama a duras penas y fija sus ojos azules en un punto de la pared por un rato hasta que su cuerpo decide funcionar por inercia. Bosteza y abre las cortinas de su dormitorio para aportar un poco de claridad aunque al sol le faltan apenas unos minutos por salir, y se rasca el pecho desnudo mientras se dirige al cuarto de baño arrastrando los pies.
Después de una buena ducha y de pelearse con sus rizos hasta que considera que su cabeza no parece un estropajo se cambia de ropa y camina por el pasillo hasta la cocina. La radio está encendida y acaba de empezar a sonar Mr. Blue Sky.
En cuanto cruza el arco que sirve de entrada Greg Romero lo saluda justo al mismo tiempo que el pan salta de la tostadora.
—No sé cómo lo haces para estar tan activo a esta hora. —Brian saca de la alacena su taza con la frase «Immigrants, we get the job done» impresa en ella y se sirve un café.
—Te recuerdo que tu abuelo es del Caribe y heredé su energía —bromea su padre a la vez que coloca los platos con las tostadas y el huevo revuelto en la mesa.
—Pues creo que el gen de esa energía mañanera desapareció conmigo. —Se sienta con un suspiro y se lleva la taza a los labios, llevando el ritmo de la canción de la Electric Light Orchestra con el pie de forma inconsciente—. ¿Lleva canela?
—Un secreto que me chivó Natalia —Greg le guiña un ojo y se sienta delante de él. Frunce el ceño—. Oye, ¿estás bien?
La única respuesta que recibe es el crujido de la tostada que Brian acaba de morder y sus ojos interrogantes que le recuerdan a los de un ciervo que acaba de ser deslumbrado por los faros de un coche.
—Te acabas de sentar como si acabases de trabajar todo el día en el campo.
—Ya sabes que me cuesta arrancar, papá.
—¿Aún piensas en el chico que te dio plantón en verano?
De repente a Brian el pan le sabe a cartón y el café está más amargo. Conoció a Chris al principio de las vacaciones, y su manía de ser tan enamoradizo lo llevó a creer que vivió un amor de verano como el de las películas cuando en realidad la luz de gas era el pan de cada día en aquella relación que acabó con unos mensajes sin responder unos días antes de empezar el nuevo curso, y que fueron el origen de la espiral de culpabilidad que no le dejó dormir las últimas noches.
—Nah, no es eso, ya sabes cómo me pongo cada principio de curso.
—Esas ojeras no me dicen lo mismo.
Brian se rasca la nuca, odiando que su padre conozca todas sus estrategias para cambiar de tema a cualquier otra cosa que no fueran sus problemas en los que no quiere involucrar a nadie más que a sí mismo.
—Mira, no quiero hablar de ello ahora mismo, ¿vale?
—Como quieras, pero si necesitas desahogarte aquí me tienes.
—Ya, lo sé. ¿Cómo te va echando currículums?
Greg sigue sin estar conforme con el cambio de tema tan brusco, pero no puede hacer más así que se limita a responder mientras se recoge sus rastas en un moño:
—De momento nadie me ha cogido, pero tenemos suerte de vivir en una zona con muchos colegios, así que no me faltan oportunidades.
—Alguien te acabará contratando y el resto del mundo se arrepentirá de dejarte pasar. —Alza las cejas y le dirige una mirada pícara mientras vuelve a llevarse la taza a los labios—. Ya verás que las madres que matriculen a sus críos en donde trabajes tendrán una excusa para llevarlos al cole.
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Nube Arcoíris
Ficção AdolescenteUna chica ambiciosa que no sabe qué hacer con su vida, un músico enamoradizo que vive con el corazón roto, un creyente con una crisis de fe, una aristócrata en una jaula de oro, una artista a la que le cuesta expresarse, el nuevo vecino del barrio q...