Epílogo

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Cuatro meses después...

—¿Estás segura de que la cámara funciona?

Amanda está comprobando en su portátil que todo vaya bien para la videollamada que toda la cuadrilla va a hacer mientras Brian está sentado en la cama del dormitorio de ella acariciando la cabeza de Blondie, que en ese momento está hecha un ovillo.

—Más que segura, y si la cosa no va siempre podemos usar mi móvil.

Brian deja a la gata dormir y acerca un taburete al escritorio antes de sentarse en él y arreglarse el pelo por enésima vez.

—¿Me veo bien?

—Que sí, hombre, que estás guapísimo. —Le aparta un rizo de la frente y le recoloca las gafas redondas discretamente—. Parece mentira que no conozcas a tu novio que te ve con buenos ojos hasta en pijama. Y ni se te ocurra decir que te da corte que te vea sin afeitar. Los tíos desaliñados son sexys.

Brian pone los ojos en blanco sin esconder una sonrisa y Amanda se mete en el canal de voz del Discord, poniendo la cámara. Ella se recoge el pelo usando un bolígrafo y cuando termina Will se une a la llamada. Al encenderse su cámara se le ve a él y a Sophie a su lado, con el pelo teñido de rojo intenso.

—¡Hola! —saluda él.

—Pero bueno, ¿y ese cambiazo? —Amanda está boquiabierta —. ¡Ya somos tres pelirrojos!

—No te vengas arriba que a lo mejor me canso de esto en una semana.

—¿Te lo teñiste de ese color por el Golden Gate que está al lado de la uni? —bromea Brian—. Fuera coña, te queda muy bien.

—¿Es un requisito teñirse el pelo de fantasía para entrar en Artes? —bromea su amiga—. Porque nuestros vecinos estudian allí y parecen sacados de My Little Pony.

—Nah, pero es como que llegas y te dan ganas de teñirte.

Esta vez quien se une a la llamada es Jim, que enseguida pone la cámara, mostrándolo a él y a Vincent, sentado junto a él. Amanda no reprime una carcajada con la cara que ha puesto Brian al ver a su novio.

—A la próxima avisas, Vinnie, que el pobre casi se desmaya. —Apoya un dedo en una comisura de los labios de su amigo—. Mira cómo se le cae la baba.

—¡Oye! —exclama él, sacando más carcajadas del grupo.

—¿Te has dejado crecer el pelo? —pregunta Will, intentando desviar el tema.

—Entre la mudanza y tal me olvidé de ir a la peluquería —responde Vincent, pasándose una mano por sus cabellos que ya le llegaban a la altura de la base de la nuca en un mullet—, pero al final me acabó gustando cómo me quedaba. Pero no soy el único que ha cambiado de look, por lo que veo.

—Tú te dejaste el pelo largo y el grandullón se puso barba de vikingo.

—Enana, ¿vas a seguir llamando a tu novio por ese apodo?

—Yo sigo llamándola Fifí —interviene Jim haciendo que Will levante las manos en un gesto conforme—. Falta Liss, ¿no?

Como si la invocase, la británica se conecta a la llamada sin poner la cámara.

—¡Hola a todos!

—Tía, ¿por qué no pones la cámara? —pregunta Amanda, curiosa.

—¿Está Will ahí?

—Presente y preparado, princesa.

—Estupendo. ¿Estás sentado?

Will entrecierra los ojos.

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