23 de marzo
Saint Luke es el hospital donde Rose Byrne recibía sus sesiones de quimioterapia, y se sitúa a quince minutos de la playa donde ella, su marido y su hijo pasaban el resto del día para que descansase y se distrajese. Incluso cuando ella falleció ni Will ni Rowan perdieron la costumbre de ir cada cierto tiempo, sobre todo desde que se había incorporado Keyla a la familia. No es un lugar de luto ni para dedicarlo a un recuerdo amargo, sino un remanso de paz donde el tiempo pasa más despacio, permitiendo disfrutar cada segundo aunque estuviera abarrotado.
Hace un año Will llevó a Liss a esa misma playa para pedirle que fuera su noviay todavía recuerda ese momento como si fuera ayer: sus manos sudaban tanto que tenía que pasarlas por los vaqueros para secárselas, su corazón latía con tanta fuerza que creía que se le iba a salir por la boca, y su cabeza daba mil vueltas porque no sabía cómo pedirle salir a la chica de la que se había enamorado en el mismo instante en el que la vio.
Y ahí están un año después, sentados sobre una toalla y con los pies llenos de arena, siendo la pareja enamorada que era.
—¿De verdad que no estás enfadado por olvidar que hoy era nuestro primer aniversario?
—Que no, mujer. Este plan lo hice a última hora, no te ralles. —Le guiñó un ojo.
La pareja mira hacia el océano que se extiende hasta el horizonte, salpicado de las luces de los barcos pesqueros que van y vienen del puerto. Aunque es fin de semana no hay mucha gente a su alrededor, y eso puede deberse a que el cielo nublado y el frío no invitan a pasar el día en la playa.
—Parece mentira que ya llevemos un año juntos —murmura Liss, apoyando su cabeza sobre el hombro de Will.
—Y todo porque me pegué con un ladrón para recuperar tu cartera.
Ella se endereza y frunce los labios antes de mirar a Will con los ojos entrecerrados.
—Ahora que lo pienso, no me creo lo de que te peleaste con el ladrón.
—Entonces no me conoces tan bien, princesa.
Liss inclina la cabeza a un lado y arquea una ceja. Will no se siente intimidado por esa mirada analítica, al contrario, le encanta verla arrugar el entrecejo para concentrarse hasta el punto de que parece tener una máquina funcionando a pleno rendimiento en su cabeza para averiguar lo que hay detrás de una mentira como la que él le había dicho a la cara.
—Mi novio, un golden retriever hecho persona, es en realidad un tío violento. ¡Venga ya!
Will boquea, pero se siente desprotegido en ese hipotético callejón sin salida en el que su novia le ha metido, así que acaba suspirando derrotado y acaba contándole que lo más cercano a una pelea fue el forcejeo con el carterista en el que el único golpe dado fue el que se llevó en la ceja y lo tiró al suelo. Pero mereció la pena porque el ladrón dejó la cartera atrás.
—Mira que eres bobo—dice ella en un tono que dista del reproche y que se acerca al cariño—, ¿por qué me ocultaste la verdad todo este tiempo?
Will se muerde el labio, sin saber qué decir. Acaba rehuyendo la mirada de su novia y se encoge de hombros, como si quisiera esconderse para no mostrar su vergüenza.
—Porque quería impresionarte, y ahora que lo digo en voz alta me parece una completa gilipollez. Pero ya veo que es muy difícil mentirte. Además, mi «orgullo masculino» de entonces me decía que era patético volver con media cara sangrando y no decir que me había defendido al menos.
Vuelve a mirar a Liss y pasan unos segundos hasta que ella comienza a reírse a carcajadas, dejándolo con una expresión incrédula en la cara.
—¿De qué te ríes?
ESTÁS LEYENDO
Nube Arcoíris
Teen FictionUna chica ambiciosa que no sabe qué hacer con su vida, un músico enamoradizo que vive con el corazón roto, un creyente con una crisis de fe, una aristócrata en una jaula de oro, una artista a la que le cuesta expresarse, el nuevo vecino del barrio q...