Capítulo 28

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13 de mayo

El baile de fin de curso está en boca de todos desde que la señora Roberts había anunciado la temática. Se huele en el aire la curiosidad sobre cómo estará montada la fiesta con la decoración y la música al igual que crece la expectación por la ropa que todos van a llevar para ese día. No hay un código de vestimenta estricto, pero los numerosos posters que empapelan las paredes y tablones de anuncios recalcan que lo ideal es no salirse de la moda de los años cincuenta.

—Vosotros los tíos lo tenéis más fácil —comenta Sophie, sentada en su mesa con los pies colgando—. La moda masculina no ha cambiado nada en sesenta años.

—Ponte tú a buscar un traje verde sin que te miren raro. —Will cruza una pierna sobre la otra—. Vale, pareceré la bandera irlandesa andante, ¡pero es mi baile de graduación, quiero ir como me dé la gana!

—Dímelo a mí —dice Brian, poniendo los ojos en blanco—. En muchas tiendas me decían que por qué quiero comprarme un traje negro si no me quedaría bien.

—A mí lo más fuerte que me han dicho es que si quiero un traje que me quede bien que vuelva cuando baje de peso.

—Me ha pasado igual y me llegaron a decir en una tienda que al menos el negro me hace ver más delgado.

—¡Pero si tú ni estás gordo! —exclama Vincent, indignado.

—Ya ves, para ellos tener barriga sí que lo es. Meh, ni me preocupo, —sonríe divertido—, si el bueno de Steven Universe salva el mundo teniendo el mismo cuerpo que yo vamos muy bien.

Amanda no hace caso a la conversación de la cuadrilla porque toda su atención está en el grupo de animadoras y jugadores de fútbol que rodean a Stacy en una esquina de la clase, hablando con ella sobre algo que no alcanza a oír.

Desde su confesión Amanda no ha sabido nada de Stacy: ni llamadas ni mensajes, como si quisieran mantener la distancia después de lo que ocurrió. Y ojalá no fuera eso, pero para la pelirroja era lo más probable.

El movimiento de una mano delante de su cara la hace saltar de la silla del susto.

—Tierra llamando a Amanda.

—¿Qué pasa?

—Estábamos hablando de aquella tienda de ropa de segunda mano que me nombraste una vez —responde Brian, claramente fingiendo que no ha visto cómo su amiga miraba a la animadora.

—Ah sí. Allí venden y compran muchos vestidos rollo años cincuenta o así. Son baratos y de buena calidad. Fue en ese sitio donde mi madre vendió mi vestido de quinceañera.

—Menos mal porque hortera era un rato. Pero bueno, en ese cumple te dieron muchos regalos, hubo mucha comida y no olvides lo del cuarto de limpieza.

Amanda se ruboriza y se siente traicionada en cuanto Brian suelta eso mientras se aguanta la risa. Las miradas curiosas del resto de la cuadrilla exigen una explicación, y solo Vincent, inclinándose hacia ella con un brillo pícaro en sus ojos, se atreve a hablar:

—Eso quiero oírlo yo.

—Vale —responde, resignada y poniendo los ojos en blanco—. En resumen, me lie con la prima del chico con el que me pusieron a bailar.

—Por favor dime que no erais familia.

—¡No, por Dios! Su familia era amiga de una de mis tías por parte de madre. No es una conquista de la que me sienta orgullosa.

—Hablando de relaciones cortas. ¿Cómo le va a Bruno?

—¿Quién? —Vincent se siente como un niño en una tienda de juguetes al oír tanto cotilleo.

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