Capítulo 19

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3 de enero

Quedan apenas cinco minutos para que empiece la primera hora del primer día de clases tras las vacaciones de Navidad, pero Vincent, Jim y Sophie todavía no han llegado, y el resto de la cuadrilla no deja de alternar la vista entre la puerta y los relojes de sus móviles.

—Qué raro que no avisen por el grupo —comenta Brian.

—A lo mejor no tienen datos para poder mandar mensajes.

Will no acaba de hablar cuando entran por la puerta prácticamente corriendo y al llegar a sus sitios se desploman sobre sus sillas, resoplando y quitándose los abrigos a pesar de que es un día frío.

—Respiren, que parece que han venido corriendo. —Amanda les abanica con su cuaderno—. ¿Qué ha pasado?

—Un puto camión de la basura, eso es lo que ha pasado.

Jim está tan agotado que ni se molesta en corregir a Sophie. En vez de eso levanta un dedo y coge aire antes de hablar: después de recoger a Vincent Jim condujo por su calle para ir al instituto detrás de un camión de la basura que se paró en cada contenedor y no había posibilidad de adelantarlo ni de coger otra calle hasta que vio un atajo por el que se metió.

—Menos mal que el profe de Mates siempre llega tarde —comenta Vincent, ya más recuperado—. Y perdón si no avisamos, que en mi calle los datos van fatal.

Tras la primera clase del día la cuadrilla empieza una conversación alrededor del buen humor que trae Jim. Al indagar más se enteran de que entre él y Charlie han logrado convencer a las víctimas del padre Phelps para poner una denuncia colectiva por abuso de menores y que hablarían con un amigo del hermano de Liss que es abogado para buscar a alguien que lleve casos por el estilo y esté dispuesto a llevar a juicio al sacerdote, tal y como hizo el equipo Spotlight en su día.

—Porfa, que esto no salga de aquí —pide Jim, juntando las manos a modo de súplica—. Charlie quiere mantener esto en secreto.

—Tú cuenta con nosotros, grandullón. Ese tío se va a cagar.

—Y hacéis bien en no hacerlo público —Will cruza sus brazos encima del respaldo de su silla—. Nunca se sabe de lo que son capaces ciertos sectores de la Iglesia para mantener su reputación.

Brian cruza los dedos de ambas manos.

—Esperemos que todo salga bien. Y hablando de desear buena suerte, —mira a Amanda—, ¿cómo llevas lo del concurso de fotografía?

La pelirroja lleva toda la conversación enredando un dedo en un rizo y tamborileando la mesa con los dedos pensativa.

—Todavía no he encontrado ninguna foto que a mi ver merezca la pena, la verdad. Aunque todavía me quedan un par de meses. Pero eso no me preocupa tanto. —Las miradas curiosas de sus amigos la motivan a continuar—. Mañana me presento otra vez al examen de conducir.

—Ya es tu tercera vez, ¿no? —Amanda asiente ante la pregunta de Will—. No desesperes, que yo suspendí cinco veces antes de aprobar y aquí estoy. Depende mucho de la suerte que tengas y del examinador que te toque.

—Estaré pendiente de las noticias para saber si atropellas a alguien.

—Gracias por los ánimos, Sophie. Porfa, ¿podemos cambiar de tema? Me estoy poniendo de los nervios.

Stacy la salva de continuar con ese tema que la agobia tanto porque se acerca al grupo.

—Necesito vuestra ayuda, chicos. —Cuando todos los ojos de la cuadrilla se posan sobre ella señala a Amanda—. Le he ofrecido que esté en la foto grupal de los Honey Badgers y no sé cómo convencerla.

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