Capítulo 30

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27 de mayo (primera parte)

Vincent se maquilla delante del espejo de cuerpo entero del dormitorio de Brian sentado en su silla giratoria mientras su novio juega con Blondie sobre el escritorio utilizando una tira de papel como si fuera una caña de pescar.

—Nos gastamos dinero en juguetes y ella se vuelve loca con cualquier papel roto.

La gata está tan concentrada en el trozo de papel que cuando salta para cogerlo con sus patas aterriza mal y se cae de la mesa al suelo con un sonoro golpe sobre un costado que hace a Vincent dar un brinco en la silla. Cuando el rubio se da la vuelta con preocupación solo ve a Brian tirado sobre la cama boca arriba, riéndose a carcajadas, y por un momento esa risa le hace olvidarse del susto.

—¿Blondie está bien? —pregunta.

—No es la primera vez que le pasa. Y creo que no le importa porque mírala tan feliz con su juguete.

La gata se acaba de levantar del suelo como si nada con el papelito en la boca y con paso orgulloso se marcha del dormitorio.

—Y ahí va a pedirle mimos a papá o a Layla, al primero que pille.

Se pone en pie y se estira la camisa, remetiéndola por dentro del pantalón, antes de coger una corbata color vino que se pone sobre los hombros y se coloca detrás de Vincent para mirarse en el espejo.

—¿Te distraigo, ángel? —bromea, terminando de abotonarse la camisa. Frunce el ceño al darse cuenta de que Vincent no le sigue el juego—. ¿Estás bien?

—¿Qué? —Hace una larga pausa, procesando lo que acaba de oír—. Sí, descuida.

Brian se mantiene callado y hace el nudo de la corbata, mordiéndose el interior de los carrillos, pensativo.

—¿Cómo llevas lo de estar fuera del armario?

Por unos segundos Vincent detiene su labor con el maquillaje y sus miradas se cruzan a través del espejo, pero antes de que Brian pudiera descifrar lo que esos ojos ambarinos esconden huyen de él, centrándose en no sobrecargar su sombra de ojos dorada. Brian termina de atarse la corbata y llega a la conclusión de que el rubio no quiere hablar del tema, pero entonces escucha el clic de la paleta de sombras cuando Vincent la cierra.

—Creía que sería facil. —Se da la vuelta para encarar a Brian—. Creía que si todo salía bien después de contarle a mis padres que soy gay automáticamente me sentiría libre. Pero bueno, eso debí suponerlo cuando decidí salir del armario, ¿verdad? No quiero comerte la cabeza con esto...

—Vinnie—le cortó, cogiéndole de la mano y agachándose delante de él—. Tú puedes comerme la cabeza con este y con cualquier tema que te preocupe, que para eso estoy, y más con esto.

Vincent se queda mirando por unos segundos sus manos envueltas por las de Brian, centrándose en lo curioso del contraste entre sus tonos de piel y dejando que lo invadiese la calma que le transmiten las caricias de los dedos sobre sus palmas.

—Entonces, ¿quieres hablar de ello?

Levanta la vista para encontrarse con la cara de Brian, inclinada hacia un lado, y se aguanta como puede las ganas de estrujar sus mejillas y llenarle la cara de besos. Pero en lugar de eso asiente y acaba sentado en la cama junto a su novio.

—Mira, —comienza, rascándose la nuca—, hace como un mes que estoy fuera del armario y saliendo contigo y todo es maravilloso, te lo digo de verdad, pero... no sé. Es como si me sintiera más expuesto a todo el mundo, como si todos los murmullos que escucho por la calle o por los pasillos del instituto fueran dirigidos hacia mí...

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