Capítulo 6

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2 de octubre

—Como veis en esta diapositiva una de las diferencias principales entre el ADN y el ARN es que el primero está compuesto por dos cadenas en forma de hélice mientras que el segundo solo tiene una cadena. A modo de curiosidad os diré que existen virus cuyo ADN es monocatenario, es decir, está conformado únicamente por una sola cadena...

El profesor Cajal ya había advertido al principio de curso que aquella parte de la asignatura de biología iba a ser muy densa, y le daba la razón el ambiente enrarecido por el agotamiento que recorre a todos y cada uno de los alumnos que ocupan la clase, hartos de nucleótidos y enlaces fosfato. Al menos las presentaciones que el joven docente proyectaba ayudaban a amenizar las clases con sus colores, sus esquemas y los vídeos insertados.

—Se me olvidó una cosa —comenta cuando cambia de diapositiva para introducir las funciones principales del ADN—: he puesto al final de la presentación una tabla con las principales diferencias entre el ADN y el ARN. Aprendéosla bien porque esa va a ser una pregunta de examen y así os olvidáis de todas las demás diapos donde las expliqué con más detalle y que son un coñazo, me disculpo por la expresión.

Un sonoro suspiro de alivio retumba en la sala, incluido el de Will, que llevaba unos minutos perdido, girando el boli verde entre sus dedos. Baja la cabeza para apuntar en su libreta en mayúsculas «TABLA ADN VS ARN», y vuelve a mirar la pantalla mientras juega con las cuentas de la pulsera rosa que lleva en la muñeca izquierda y que le regaló su madre en el hospital la noche antes de que el cáncer se la llevase. Le costaba recordar su cara y su voz porque tenía solo seis años, y aunque no era creyente sentía que aquella pulsera era lo más parecido a estar cerca de ella que había.

La puerta se abre de repente, sobresaltándolo, y gira la cabeza para ver quién había entrado: se trataba de la profesora Chakrabarti, y le da clase a Keyla. La mujer se acerca al profesor Cajal para preguntarle algo a lo que él responde moviendo la cabeza afirmativamente, como dándole permiso para que ella fuera hacia Will.

—¿Puedes salir un momento? —le pregunta, inclinándose hacia él.

Por un segundo mira a la cuadrilla y solo alcanza a ver a Sophie enseñándole su libreta donde tenía escrita una nota: «ve tranquilo». Él murmura unas palabras de agradecimiento y sale con la profesora al pasillo.

—¿Qué ocurre? —pregunta, cerrando la puerta detrás de él.

—Es Keyla. —Se cruza de brazos y baja la mirada—. Se ha metido en una pelea.

—¿Cómo que una pelea? —la cara del pelirrojo está hecha un poema.

—Sí, yo tampoco me lo creía. Por lo que sabemos golpeó a un chico que empezó a insultarla.

—Espera un momento —contesta frunciendo el ceño—. Keyla no sería capaz de hacer eso.

—Pues por lo visto lo ha hecho. El director la ha mandado a ella y al otro niño a pasar la tarde de hoy y de mañana en la sala de castigo. Puedes ir a verla un rato, está en enfermería.

—Gracias.

Will va hacia la enfermería atravesando los pasillos grises llenos de taquillas y tablones de anuncios con folletos y pósters mientras sigue digiriendo la noticia. Su hermana nunca había matado a una mosca. Tiene que haber un malentendido.

Todas sus dudas se despejan cuando ve a Keyla sentada en una silla al lado de la puerta de la enfermería. Tiene una tirita en la cara, los nudillos de la mano derecha magullados y una expresión malhumorada en su cara. Cuando levanta la cabeza y ve a su hermano se pone en pie, aliviada.

—¡Will! Menos mal que has venido...

—¿Se puede saber en qué estabas pensando?

La niña cierra la boca de inmediato, perpleja por la reprimenda de su hermano. Por lo general nunca se enfadaba con ella, pero la severidad que cruzaba los ojos verdes de Will le dicen sin ninguna duda que se ha metido en un buen lío, así que vuelve a sentarse y agacha la cabeza, mirando las pequeñas heridas de sus manos.

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