VII

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Chase.

La noche ya cubría el cielo, incluso el aire frío se había hecho presente y recién salimos del centro comercial.

—¿Podrías decirme como volver a mi casa?— soltó una pequeña risa después de mi pregunta.

—Otro día, cuando te enseñé a usarlo— me tomó de la mano y me llevó por el estacionamiento. —Ahora mismo yo te llevaré a tu casa, es muy tarde y podría ser peligroso— frente a mí una motocicleta negra, se hizo presente, lo suficientemente grande para necesitar un permiso especial para poder conducirla.

—Nunca antes me he subido a una— por debajo del asiento sacó dos cascos, uno un tanto pequeño en comparación con el otro. Me extendió el pequeño que era mucho más básico y traté de ajustarlo, siendo un completo desastre para hacerlo.

—No tengas miedo, ¿Está bien?— me coloco el casco ajustándolo perfectamente a mi cabeza. —Será un viaje tranquilo, pero con bastantes curvas, así que si me inclino tendrás que hacerlo conmigo, para que todo salga bien, ¿Vale?— me sonrió y se subió a la motocicleta, esperando a que hiciera lo mismo.

—Es muy grande— miraba asustado la altura del vehículo, tratando de analizar la mejor manera de subir en él.

Al ver que me demoraba, volvió a bajarse, acercándose a mí para aparentemente ayudarme. Se acercó lentamente, hizo que me aproximará y con un firme agarre me ayudo a subir.

—Si quieres puedes agarrarte al borde del asiento, aunque si prefieres también puedes abrazarte a mi, como te sientas más cómodo— se sentó frente a mi, encendió la moto y comenzó a avanzar.

Salir del estacionamiento fue lento, me tomé del propio agarre que la motocicleta proporciona, pensando que no sería tan difícil.

No fue hasta que entramos en carretera que la velocidad aumentó. Mi agarre era torpe, incluso débil, siendo inútil. Perdí el equilibrio, sentí que caía, no pensé en nada más que en aferrarme a lo primero que tuviera. Empuñando la camisa que Omar usaba, provocando que el también perdiera el equilibrio.

Por suerte no caímos, pero tuvimos que parar de forma inmediata. Sintiendo la mayor vergüenza de toda la noche.

—¿Qué pasó?, ¿Por qué te soltaste?— retiró el visor, dejando a la vista sólo sus ojos y haciendo imposible entenderle.

—Lo siento, entré en pánico, sentí que mis brazos perdieron fuerza, fue todo muy rápido— trate de quitarme el casco. Mis movimientos eran torpes, estaba apresurado, incluso asustado.

—Tranquilo— me bajé del vehículo, aún desesperado por quitarme el casco. —Oye, descuida, está todo bien, solo fueron los nervios del momento— me sujetó las manos, haciendo que me detuviera.

—Perdón, fue mi culpa— obligo a mis ojos mirarlo, sus manos sujetaban las mías y de manera lenta las retiró del casco. —Soy un completo inútil, no debí haber salido, son un desastre, lo siento, será mejor que me vaya a casa solo, cuando logré deshacerme del casco te lo regresare.

Me di la vuelta y sin esperar respuesta comencé a caminar, no esperaba que me detuviera, incluso parecía que esa no era su intención, así que resignado continúe mi camino en dirección a mi casa. ¿Por dónde era? No lo sabía, ¿A dónde debía ir? Tampoco lo sabía.

No fue hasta que el sonido de un motor apagándose a la lejanía y más tarde unas manos tomándome por los hombros me hicieron parar.

—De verdad, lo siento, ¿Tu moto recibió algún tipo de daño? Si es así, yo lo pagaré, solo necesito llegar a casa.

—Chase, escúchame— me hizo girar y mientras tomaba mis hombros pregunto: —¿Tú te encuentras bien?— y era algo que no había pensado, fueron muchas sensaciones; vergüenza, miedo, incluso estaba emocionado, pero no sabía si estaba bien. —Debes estar en shock, es normal— me llevó al borde de la acera e hizo que tomara asiento. —Respira, uno— no dude en seguirlo, él debería saber que es lo que estaba pasando.

Después de inhalar y exhalar un par de veces, sentí como todo se acomodaba, mis manos dejaron de temblar, mi respiración estaba controlada, estaba más calmado.

—¿Estás mejor?— asentí como respuesta. —Bien, quién debe pedir perdón soy yo, fuí muy rápido, aún sabiendo que no tenías ningún tipo de experiencia, ¿Quieres que lo volvamos a intentar o prefieres que te vaya a dejar en taxi?— lo mire atento, ¿Por qué tanta preocupación?, ¿Ésto es gustarle a alguien?

—No puedes dejar tu moto aquí, podrían llevársela, yo estoy seguro de que esta vez si puedo agarrarme fuerte, digo, ya tengo puesto el casco y creo que para siempre, así que, ¿Por qué no usarlo?— soltó una carcajada al no esperar esa respuesta y sin ningún tipo de impedimento, subimos a la moto.

Sin dudarlo me aferre a su cuerpo, mis brazos lo rodeaban por el estómago, mientras mi cabeza estaba recostada sobre su omóplato, tratando de que nada entrara en mi boca u ojos.

En cada semáforo abrirá los ojos, mirando la ciudad nocturna que siempre estuvo del otro lado de mi ventana. Mientras que sentía la mirada de Omar, a través del visor de su casco, sonriéndome con los ojos.

Al llegar mi hogar estaba a oscuras, cosa bastante común, a excepción de la habitación de Cassey, parecía aún estar despierta, tal vez se encontraba acompañada.

—Gracias por todo, fue la mejor primera cita que haya tenido— le sonreí tratando de quitarme el casco, pero fallando nuevamente.

—Espero que se repita— bajó de su vehículo, me quitó el casco y después me lo extendió. —Para próximas ocasiones, puede que necesites uno— lo tomé y sonriendo me despedí, entrando en casa, escuchado como del otro lado de la puerta se marchaba.

—Pensé que no llegarías nunca— la postura de una mujer joven entre la oscuridad se hizo presente.

—No hagas como si te importara, ¿Por eso estás despierta?, ¿Quieras ver qué llegará?

—Tienes razón, no me importa— aparentemente enfadada subió las escaleras, dejándome en la oscuridad. 

Entre Las Estrellas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora