XVII

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Chase.

El sol parecía salir de nuevo, no lo sabía, mi mundo llevaba un buen rato dando vueltas, mientras disfrutaba del ambiente, escuchando música, hablando de cosas que probablemente no recuerde, sentado en las piernas de Omar, sin ningún tipo de vergüenza.

—Ha sido fantástico conocerlos, pero me iré a dormir, que dentro de unas horas tengo clase de violín, descansar— con toda la educación, una sonrisa en el rostro y pasos mareados Cassey se despidió, dirigiéndose a su habitación.

—¿Quieren quedarse?— pregunte.

—Más bien, deberían quedarse— respondió Omar. —Así sea en el sofá, podría ser peligroso que se vayan en este estado.

—Vale, vale, tampoco me regañes— desperté a Cleo, junto a Nill y los lleve a todos a las habitaciones de invitados. No me preocupé por quien dormía con quien, solo abrí las puertas, les dije donde estaba el baño y ellos decidieron.

—¡Alto ahí Romeo!— exclamó Cleo, deteniendo a Liam de seguir a Layla dentro de la misma habitación. —Yo duermo con ella, si quieres ahí tienes a alguien que seguro le cabe, pero yo duermo con mi mejor amiga, buenas noches— Nill se tambaleaba ignorando lo que la chica había declarado, mientras que Liam resignado tomó a su amigo y se dirigió a la otra habitación.

—Vamos, tú también deberías dormir— Omar me tomó por los hombros y sutilmente me llevó a mi habitación. —Buenas noches— me sonrió y esperó a que entrara en mi alcoba.

—¿Por qué te despides?, tu dormirás aquí, no hay mas habitaciones y no te dejaré dormir en la cama de mis padres, podrían molestarse, de hecho debería bajar y limpiarlo todo, ¡No pudo dormir dejando todo así!— acelerado traté de hacerme camino al piso inferior, con la idea de ordenar todo mágicamente, pero él me lo impidió.

—Después nos preocupamos por eso, ahora ve a dormir— beso mi frente, abrió la puerta de mi habitación y esperó a que entrara.

—Solo si duermes conmigo esta noche— tome su muñeca y entre junto a él a la habitación, después de que haya aceptado.

Mi cuerpo me exigió más de su cercanía, por lo que sin pensarlo, al momento en que cerró la puerta, gire hacia él, lo empuje contra esta y sin más, lo bese. Ambos estábamos borrachos, eso no importaba, simplemente quería más de él, de su sabor, su tacto y la sensación que me había generado.

Sus labios discutían con los míos por el poder de la situación, mientras que sus manos solo me acercaban más a él, sujetándome por la cadera sin delicadeza. Su agarre era firme, probablemente las yemas de sus dedos se estaban enterrando en mi piel, dejando una marca en mi, a la que no le di importancia.

Nuestros cuerpos chocaban, el uno contra el otro, generando roces excitantes en mi pecho y entrepierna, los cuales me obligaron a soltar algunos suspiros, interrumpiendo el beso desenfrenado.

Lo tomé por la playera que estaba usando en ese momento y lo acerque cada vez más a mi cama, cerca de ella, antes de caer le quite la prenda de ropa, me quite de la mía y me dejé caer sobre la está, trayendo su cuerpo al mío.

Sus labios buscaron mi cuello, mientras que recorría su espalda con delicadeza, buscando cada rincón de su piel. Lentamente mis manos fueron descendiendo, hasta llegar al borde de su pantalón, de donde no lograron pasar.

Por un momento se separó de mí, me miró bajo su piel y sin pensarlo traté de deshacerme del resto de mi ropa. Sus manos tomaron las mías deteniendo la situación, dejándome estático.

—¿Está todo bien?, ¿Es por qué es mi...

—...No puedo— y volví en sí, no sabía si había sido el alcohol, la sensación de necesidad exagerada o la misma situación. —Lo siento, pero no puedo hacerlo— bajó de mi regazo y se vistió de nuevo, tomando asiento al lado de la cama.

Entre Las Estrellas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora