Epílogo.

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Chase. 

—¿Qué haces? ¿Por qué estabas ahí dentro?— preguntó mi madre, con el rostro desencajado y una notoria mueca de enfado. 

—Me despedía— respondí sincero. 

—¿Ahora se supone que te iras?— preguntó con un tono de burla. —No tienes nada sin nosotros— continuó. 

—Lo sé, aunque nunca he tenido nada, porque nunca los he tenido— seguí con mi camino, pase a lado de ella, mirando su rostro frío. —Jamás enteré nada de lo que hicieron o por qué es que me odian, pero es algo de lo que ya no deberán preocuparse, solo no hagan lo mismo con Delia, al final solo les queda una hija, lo que siempre quisieron. 

La sujetaba por el hombro, llamando su atención, sintiendo como su cuerpo se tensaba ante mis palabras, sus labios parecían querer responder, pero no lo hizo. Solo se quedó de pie mientras me alejaba. Notando su mirada sobre mi silueta. 

Las paredes de la casa parecían agrietadas, como si reflejarán el dolor que los habitantes vivimos dentro, detonando el sufrimiento interno, cosa que no había notado hasta este día que un hombre parece estarlas reparando, siendo guiado y supervisado por mi padre. Quien sin inmutarse me vio pasar, salir y no decir nada.

Camine sin rumbo por unos minutos, no tenía nada, había dejado todo atrás, mi techo, comodidad y privilegios por nada. Aunque al no llevarme nada conmigo, tampoco podía perder algo, estaba decidido era el fin de mi dolor, para poder ser libre. 

El tiempo no me esperó, típico de él. El sol eventualmente se fue, la luna iluminaba la ciudad guiando mi camino a mi nuevo destino. Pasaba a lado de los autos, como si siguiera su camino sobre la banqueta. 

—¡Aquí estás!— alguien gritó y se abalanzó contra mí, envolviendo mi cuerpo en un abrazo. —No respondes mis mensajes, te llame cientos de veces ¿Está todo bien?

Sus ojos me trajeron de vuelta, no era una noche tranquila, una tormenta la acompañaba, el rumbo cada vez era más peligroso para un peatón y la moto mal estacionada de Omar generaba disturbios. 

—Omar… — continúe mirando sus ojos, la preocupación qué en ellos había, por la cantidad de amor que por mi sentía. 

—¿Qué sucedió?— preguntó nuevamente. No respondí, lo tomé por las mejillas y con furor lo besé, el agua ya me había empapado, pero su simple tacto me daba calor. 

Las luces de los autos molestos, la luna brillando y las gotas sobre mi cuerpo, acompañado de sus labios, fue todo lo que necesitaba para saber que si él está, todo estará bien. 

—Lo siento, es solo que comencé a caminar y deje de pensar, no pretendía asustarte— respondí, notando como su semblante se relajaba. 

—Joder, casi perdía la cabeza de pensar que algo podría haberte pasado, vanga, vámonos qué nos arrojarán del puente sino muevo la moto. 

Sin preguntar me llevó a su departamento, ofreciéndome una toalla y dispuesto a hacer té para entrar nuevamente en calor. 

—¿Me dirás por qué caminabas bajo la lluvia, en un puente de autopista?— tomó asiento, me extendió una taza y prestó atención. 

—Me salí de casa de mis padres, sin esperar volver, sin ningún plan o estrategia, solo escape, y no tengo nada, entonces caminé esperando que algo pasará y llegaste tú. Perdón Omar, no pretendía asustarte, solo entré en modo automático. 

—¿Por qué lo hiciste?— me abrazó acercándome cada vez más a su pecho. 

—Por Cassey…— respondí y rompí en llanto. —Ella viene conmigo, lo sé, pero ya no quiero sentirme excluido, vivir en un lugar donde no me amaban. Me cansé y fue muy tarde, es muy tarde. 

No podía dejar de llorar, era algo que había necesitado por años, que alguien me sujetará mientras lloraba, dejando que mi corazón descanse después de haber sufrido tanto. 

Las lágrimas se detuvieron, sus brazos nunca me soltaron y las frases: "tranquilo", "estoy aquí", "ya no estás solo", "déjalo salir, yo te cuido". Siempre me acompañaron. 

—Gracias, por no irte— dije aun entre su pecho. 

—No me iré a ningún lado— beso mi cabello y estrecho contra sus brazos. —Y no es demasiado pero siempre puedes quedarte conmigo, hasta que consigas un lugar propio o hasta que tu quieras— sentí su corazón acelerarse nervioso por la propuesta. 

—¿Insinúas qué me mude contigo?— pregunté tonto. 

—Solo si tu quieres, sino podría ayudarte a conseguir un departamento, podría preguntarle a mi casera por ofertas— lo mire, notando su aspecto nervioso, sujeté sus mejillas y me acerqué a besarlo. 

—Me gustaría mucho vivir contigo— volví a besarlo, en un tranquilo y romántico beso, sintiendo mi corazón latir con paz después de mucho tiempo. 

Una nueva vida a su lado comenzó, no tardamos demasiado en anunciarlo al resto, todos respondieron como una buena noticia entre tanta tristeza. 

Fue difícil iniciar al no saber hacer nada, después de tanto privilegio comenzar a ganar las cosas era la mayor batalla de mi vida. Decidí no continuar con la universidad y dedicarme a un empleo que me ayude a pagar mis facturas y poder apoyar a Omar. 

Hasta el día del funeral, todos habían venido, el ambiente volvía a estar gris y el cielo negro, también triste por la partida que veníamos a despedir. 

—Muchas gracias a todos por venir el día de hoy, amigos, familia y gente cercana a Cassey. Hoy lamentablemente nos reunimos para despedirnos de ella y no volver a verla— un nudo se formó en mi garganta, notando la mano de Omar estrechar la mía como muestra de apoyo. —Hermana, te echaremos mucho de menos, tal vez no fuimos los más cercanos, pero quisimos intentarlo y eso lo llevaré siempre en mi corazón. No habrá día en el que no extrañe el fastidioso sonido de tu violín o tu característico aroma a frutas. Vuela alto y se feliz entre las estrellas, como cuando éramos pequeños— deje caer la rosa blanca sobre su ataúd para que comenzarán a enterrarla. 

Junto a una armonía de violines contratada por Teo. 

Todos se acercaban a darme sus condolencias, lamentando mi perdida, mientras que yo solo miraba la silueta de mi padre, de pie alejado, mirando toda la escena, con un ramo entre las manos y los hombros caídos. 

Con miedo me acerqué a él, notando a mis amigos dispuestos a acompañarme, cosa que negué de inmediato, debí solo ir yo. 

—¿Por qué estás aquí?— pregunté serio. 

—Es mi hija— su postura cambió, haciéndose más grande. —Vengo a disculparme— confesó, tomándome por sorpresa. —Chase lo siento, es muy tarde para enmendar mi error, no entendí el daño que les hacía hasta que me di cuenta que ambos se habían ido. No fui un buen padre, el cáncer me asustó, sabía que necesitaba dinero para curarla y mi ambición me hizo perder el enfoque, descuidando de ti y encerrandola a ella, no esperó que me perdones, se que no lo merezco, solo quería que lo supieras. 

Camino dejándome de pie, fue hasta la tumba de Cassey dejando las flores y un beso sobre su lápida para después marcharse, desapareciendo una vez más. Desde ese día no volví a saber sobre mis padres o Delia, sintiendo un gran peso por eso, trate de contactarlos, pero nunca respondieron, ya no vivían en la misma casa, se habían ido. 

Los años pasaron, dejándome experimentar la vida desde el acompañamiento de Omar, sanando un corazón que estaba listo para amarlo hasta la muerte, sellando esas palabras ante un juez y nuestros amigos. 

Teniendo dificultades, pero siendo por fin parte de algo, teniendo una familia que me enamoraba día tras día. Haciéndome sentir entre las estrellas. 

Fin.

Entre Las Estrellas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora