» —Mami. ¿Por qué el príncipe Mehmet no le temía al fuego?
Esa pregunta la hizo Killian a los cinco años, sentado en el regazo de su madre mientras ella le leía un libro sobre el linaje WildDesert. En el libro se hablaba del príncipe Mehmet, mejor conocido como el príncipe que nunca fue un Doncel. Killian adoraba escuchar las historias sobre Mehmet porque él fue el príncipe más reconocido a lo largo de la historia. Fue él quién dió paso a la primer Reina y fue él quién consolidó la unión entre el Reino Desertico y las tierras salvajes. Mehmet también era su ídolo porque fue un hombre bueno, cuyo amor lo impulsó a grandes cosas.
En el último párrafo del cuento decía:
Y ese príncipe, de ojos curiosos y sonrisa animada, quién al fuego nunca temió y a su familia jamás abandonó, vivió una vida llena de felicidad.
Su madre, en ese entonces una mujer hermosa y vivaz, fue incapaz de decirle a su hijo que solo era un cuento y decidió decirle algo que a ella misma le habían dicho como una niña. Para ella solo fue una mentira piadosa. Sin embargo no tenía idea de lo correctas que estaban esas palabras.
—Porque el Dios del Fuego ama a Mehmet y a toda nuestra descendencia. Él es el guardián de nuestra familia.
—Oh. En serio me gusta el Dios del Fuego, mami. Parece muy bueno.
Su madre le acarició el cabello y sonrió, sin darle importancia. «
Estaba flotando.
Killian estaba flotando.
Sus extremidades no tenían peso, su cabeza se sentía ligera y vagamente podía ver qué el cabello se le iba hacia arriba como si estuviera sumergido en agua. Parecía, pero no sentía que hubiera agua en realidad. Solo estaba flotando.
Killian tenía recuerdos de lo que ocurrió la noche anterior. Aunque casi todo era un desastre borroso en su cabeza, Killian podía recordar con un aterrador detalle la manera en que su cuerpo fue empujado hacia las llamas sin la más mínima consideración de parte de aquellos hombres. En su mente veía claramente todos y cada uno de los rostros en ese culto, todos sonriendo con emoción a medida que las llamas se tragaban su cuerpo. Killian sentía escalofrío solo con pensar en ello. A esa gente le hubiera traído verdadera satisfacción verlo muerto.
Sin embargo Killian no estaba muerto. No estaba en absoluto muerto.
Killian no tenía ni idea de cómo seguía vivo o por qué se encontraba flotando en un lugar que no parecía seguir ninguna de las leyes por las que se regía el universo. Flotaba sin nada a su alrededor.
No supo por cuánto tiempo estuvo flotando, porque de repente su cuerpo fue azotado por un insoportable dolor que le obligó a doblar su cuerpo y estremecerse. Apenas consciente, toda su anatomía empezó a sacudirse en espasmos que no podía controlar en lo mas mínimo. Sentía demasiado dolor. Cada movimiento realizado por su cuerpo era tan doloroso que apenas era capaz de respirar correctamente. Por mucho que intentara detenerse o al menos disminuir los espasmos atravesando su cuerpo, le resultó imposible mantener siquiera algún tipo de control sobre sus miembros.
Tan repentino como empezó, todo aquel desorden se detuvo. Antes de que pudiera sentir alivio, su cuerpo cayó desde la posición flotante y terminó sintiendo un gran impacto en su espalda.
Jadeando, Killian inhaló profundamente para llenar sus pulmones de aire y calmar los fuertes latidos de su corazón. El miedo hizo que se pusiera de pie, tropezando y volviendo a caer varias veces antes de poder enderezarse del todo. Todo su cuerpo estaba sudado. Y ya que seguía desnudo, tenía un aspecto demasiado desaliñado que en otra ocasión le habría hecho sentir totalmente miserable. En ese momento tenía otras cosas de las que preocuparse, como por ejemplo descubrir qué demonios había pasado desde la noche hasta ese momento.
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La Ofrenda Del Dios Del Fuego (BxB) (Última Parte De La Saga Donceles)
General FictionKillian es un Doncel poco convencional. En una sociedad dónde los Donceles son en su mayoría mimados como criaturas exquisitas, él es todo lo que nadie quiere ver en un Doncel. Amargado, violento, fácil de irritar y muy odioso con los demás. Vive un...