Capítulo 13.

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Killian no se recuperó de inmediato.

Si bien la maldad en su mente había sido extirpada y quemada respectivamente por Mehmet y el Dios del Fuego, aún estaba débil por haber dormido durante dos meses. Sus músculos se habían vuelto suaves y débiles. Sus huesos estaban más débiles de lo que deberían estarlo. Su piel se había adelgazado tanto que cualquier roce con alguna tela podía causarle una erupción o un sarpullido. Además perdió mucho peso. Fue tanto que se sentía mucho más delgado que antes de sumergirse en aquel sueño.

Killian estaba muy cansado a pesar de lo mucho que había dormido. Le costaba levantarse, hablar e incluso comer. Era como un paciente que despierta del coma luego de un tiempo, todo débil e incapaz de hacer las cosas que normalmente haría. Drancour le ayudaba bastante, pero Killian no quería depender de él para siempre. No quería necesitar su ayuda para todo.

Con el paso de los días pudo recuperar su estado normal, aunque para eso necesitó bastante de Drancour. El Dios del Fuego le transfirió magia para que volviera a estar sano. Sin embargo solo podía darle tanta magia en aquella forma. Obviamente no se recuperó del todo.

Killian no era conocido por ser discreto. Así que cuando tuvo la fuerza suficiente para hablar son derrumbarse, amablemente le comunicó a Drancour la resolución que había alcanzado durante su tiempo inconsciente.

—Voy a aceptar tus idioteces del destino— fueron sus palabras exactas.

El pelirrojo no se tomó la molestia de explicar o siquiera aclarar a qué se refería con eso. Drancour lo entendió, solo que se quedó callado y prefirió no decir nada.

Después de eso, la convivencia entre los dos volvió a ser la misma. Con Killian mejorando día a día en la recuperación de su estado físico, no había problemas. Al menos no ninguno que fuera de verdadera importancia. Killian siempre encontraba motivos para discutir. Ya fueran los platos en el lugar equivocado, el agua un poco más fría de lo usual o su ropa cubierta de una sola capa de polvo, para Killian no había diferencia ya que todos eran motivos para pelear. Siempre había algo que le hiciera enojar.

Los días fueron pasando con rapidez. De repente ya era hora de que Killian volviera al trabajo.

Drancour no esperaba mucho de Killian porqué conocía el carácter del muchacho. Aunque le hubiera dicho que lo aceptaba, el Dios del Fuego no creía que Killian realmente estuviera preparado para hacer algo que los acercara. Él estaba satisfecho solo con tener a Killian cerca y sano. No pedía nada más todavía.

Por eso resultó una gran sorpresa que el primer día en que regresó al trabajo, Killian le pidiera a Drancour que lo recogiera del trabajo. El Dios no preguntó nada y simplemente aceptó.

Killian fue al trabajo con la misma expresión aburrida y hastiada de siempre. Su ropa era igual. Su cabello seguía siendo un desastre. Pero todos a su alrededor sintieron que había algo diferente. No sé podía explicar que, era más una sensación. Aunque la diferencia era percibida por todos, nadie tenía el valor de preguntarle a Killian qué había cambiado. Todos sabían de su terrible temperamento.

Mitchell fue el único valiente que se acercó.

—Killian— saludó cordialmente, un pequeño bulto presente en su abdomen.

El pelirrojo no se mostró sorprendido por el bulto en el estómago de Mitchell. El bebé ya debía estar creciendo poco a poco. Killian supuso que sería un doncel o un varón, ya que era lo más común en el caso de los Donceles.

Sin distraerse con el embarazo de Mitchell, Killian empezó a trabajar. Había llegado un cargamento muy pesado, así que todos estaban descargando los empaques de alimentos en el almacén. Killian ya tenía sus guantes y chaleco puestos, pero no pudo trabajar de una vez. Antes de que pudiera siquiera acercarse al camión donde estaban los empaques, se detuvo por una visión que le enfureció. Mitchell, con su abultado abdomen, estaba preparándose para ayudar.

La Ofrenda Del Dios Del Fuego (BxB) (Última Parte De La Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora