Capítulo 30.

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Habían pasado varios días y Lucian aún no entendía por qué estaba allí.

El hombre helado solía llevarle comida y ropa todos los días. A veces le traía otras cosas, como juguetes o material para colorear. Lucian sentía que estaba siendo tratado como un niño. Incluso si así fuera no encontró el valor ni la voluntad para decirle al hombre helado que no era un niño y que prefería no ser tratado como uno. Por su cobardía tuvo que soportar tratos humillantes para alguien de su edad, sobre todo cuando el hombre helado empezó a regalarle dulces como si se tratara de un niño mimado.

Lucian resistió. La mayoría de las veces solo le daba las cosas a su hermano Lucas, quien se entretenía. Lucas sí era un niño.

El hombre helado no venía tan seguido. A veces les dejaba comida suficiente para varios y se iba. Otras veces ni siquiera aparecía para dejarles la comida, ésta solo se manifestaba frente a la cama. Oh, si, ya les había dado una cama como tal en lugar de aquel extraño nido de pájaros gigante. También les había dado un baño sorprendentemente moderno al que accedían todos los días a través de una pequeña puerta dorada en la pared. Eso sin mencionar los bombillos.

Reflexionando, Lucian no tenía mucho de qué quejarse más allá de los tratos exageradamente infantiles que recibía. Dejando eso de lado el hombre helado era bastante generoso con ellos, y los mantenía cómodos.

Lucian no tuvo razones para preocuparse hasta que pasó un mes y, como siempre, su hermano entró en celo.

Todo empezó con una ligera fiebre.

Nadie lo habría notado de no ser porque compartían la misma cama y despertó debido al calor que emanaba el cuerpo de su hermanito.

—Lucas…— murmuró el adolescente. —¿Lucas? ¡Lucas!

Lucian maldijo su mala suerte al ver que su hermano no respondía nada. Estaba con los ojos cerrados, sudoroso y retorciéndose mientras hacía muecas.

Lucian estaba ya preparado para estás situaciones; o lo estaba, en su apartamento. En aquella habitación no tenía ni la menor idea de lo que podría hacer para ayudar a su hermano. No tenía supresores ni hierbas ni compresas frías para el calor. Y tampoco sabía dónde estaba el hombre helado, quien era el único capaz de traerle algo en aquel lugar tan desolado.

El joven no pudo más que observar a su hermano pequeño sufrir en aquella cama, su pequeño cuerpo colapsando bajo la presión. Lucian no quería que Lucas sufriera. Solo quería… protegerlo. Ayudarlo.

Se dejó caer en el suelo y trató de pensar. Tenía que haber algo…

Apresuradamente Lucian se dirigió al baño. Mojó algunas toallas en agua fría y las rasgó con sus brazos. Puso un pequeño trozo sobre la frente de su hermano y otros sobre su cuerpo. Lucas se retorcía mucho y hacía ruidos de dolor cada que el frío tocaba su piel, pero Lucian logró inmovilizarlo por el tiempo suficiente.

Lucian estaba nervioso.

Se sentó junto a Lucas y veló por él.

En algún momento se quedó dormido, ya después de muchas horas.

Lucian despertó por instinto.

Su mirada tardó un segundo en aclararse. Cuando lo hizo, descubrió al hombre helado sentado sobre la cama con una mano en el rostro de Lucas. El pánico se apoderó de Lucian y fue tan intenso que no dudó en lanzarse hacia el hombre helado para golpearlo con todas sus fuerzas.

Le sujetó el cuello con los brazos y tiró de él hacia atrás, dando golpes y patadas tanto como podía en su posición. El hombre helado soltó un grito de sorpresa antes de ser llevado hacia abajo por el peso de Lucian. Harpid no supo qué hacer cuando los brazos del muchacho le cortaron la respiración.

La Ofrenda Del Dios Del Fuego (BxB) (Última Parte De La Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora