Killian sintió que quizás el dolor en su vientre era a causa de lo mucho que había comido durante la noche anterior. Le dolió apenas despertó. No era el dolor insoportable que invadía su abdomen cuando el celo se apoderaba de su cuerpo. No era un malestar abrumador como el de la enfermedad. Solo era… un dolor leve y ligero que recorría la parte baja de su abdomen. No sabía qué pensar de aquello.
La noche había sido cálida y agradable. Dormir abrazado junto a Drancour le había proporcionado tanto calor como de haber dormido entre las maderas encendidas de una fogata. Drancour era tan cálido que uno no podía evitar sentirse cómodo con su cercanía.
Killian dio varias vueltas sobre la cama, rodando sobre su propio cuerpo en busca de la posición perfecta que pudiera aliviar aquel dolor en su abdomen. Se dio la vuelta una última vez antes de sentir cómo su estómago se contraía de manera dolorosa. Entonces chilló, apretando su vientre por el dolor.
—Me duele— gimió, restregando su rostro contra las almohadas de una manera inquieta.
Killian acarició su propio abdomen por encima de la ropa, confundido por el tenue ardor que parecía irse expandiendo desde el centro de su vientre hacia el exterior. Pronto sintió que era todo su estómago bajo el que se encontraba sufriendo de un dolor inexplicable.
Mordiendo sus labios, Killian terminó de despertarse a sí mismo y bostezó. Tenía el cabello desordenado y la pijama mal puesta, una clara señal de que había descansado realmente bien por primera vez en un largo tiempo. Su descanso habría sido de lo más placentero si no fuera porque al despertar sentía ese inexplicable dolor en el vientre. Se levantó de la cama con pasos pesados, tambaleándose en dirección al baño. Estaba solo.
El dolor seguía siendo débil.
—¿Qué demonios pasa?— se preguntó, llenando la bañera con agua caliente para calmarse un poco.
Desvestirse le tomó menos de un minuto. En un instante ya se encontraba desnudo y sumergido hasta el mentón en el agua cálida de su bañera. Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y dejó salir un gran suspiro.
Killian no supo cuánto tiempo estuvo en el agua. Ni siquiera supo que se había dormido hasta que fue sacado de su sueño por unas manos gentiles que le alzaron de la tina. Fue cargado, secado y vestido por esas mismas manos. Era extraño que estuviera tan somnoliento, pero así era como se sentía. Ni siquiera emitió una queja al sentir manos en su cabello.
Drancour estaba sosteniendolo para cuando finalmente reaccionó. Su mente se aclaró y la somnolencia desapareció de golpe, dejándolo en un grave estado de confusión por su actitud anterior.
—¿Qué pasó?
—Creo que estás en celo— fueron las palabras de Drancour, las cuales le ganaron un ceño fruncido del menor.
—No es… no se siente así.
Drancour esbozó una sonrisa muy ligera y delicada. Parecía compasiva incluso.
—Ésto ocurre más seguido de lo que crees. No todos los celos son tan dolorosos e incómodos. Al menos no ahora. Con tantos supresores en tu sangre, me sorprende que incluso sientas algo.
Killian había dejado los supresores parcialmente. Cuando entraba en celo tomaba solo los recomendados, no más de la dosis prescripta por los médicos generales. Sin embargo seguía habiendo un rastro de las medicinas en su cuerpo. No era fácil liberarse de aquellos rastros.
Killian estiró el cuello, buscando algo. No sabía muy bien qué. Sus instintos estaban guiandole en ese momento y la verdad es que se sentía incapaz de razonar con normalidad. Su lógica era tan simple como la de un gato. Se dejaba llevar por sus instintos.
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La Ofrenda Del Dios Del Fuego (BxB) (Última Parte De La Saga Donceles)
General FictionKillian es un Doncel poco convencional. En una sociedad dónde los Donceles son en su mayoría mimados como criaturas exquisitas, él es todo lo que nadie quiere ver en un Doncel. Amargado, violento, fácil de irritar y muy odioso con los demás. Vive un...