Capítulo 3.

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La voz acompañó a Killian a todos lados sin descanso.

Sin falta, en todos lados Killian escuchaba la voz. Fue tan constante su presencia en la mente del Doncel que pasado un tiempo a Killian dejó de importarle y procedió a ignorarla a menos que fuera algo tan relevante. Curiosamente en un solo día pudo aprender varias cosas de la voz misteriosa, aunque ninguna podía ser comprobada hasta el momento. Ahora, sin embargo, sabía que la voz pertenecía alguien serio y poco expresivo. Era fácil discernir qué se trataba de un hombre porque la voz era profunda, masculina y tenía cierto matiz que a Killian le recordaba a todos los hombres en traje que de paseaban por el supermercado con superioridad. La voz era quizás también un poco engreída.

Killian logró acostumbrarse a la extraña voz en su cabeza y pronto pasó a segundo plano. Muchas cosas pasaron en un solo día, y la voz que le decía cosas banales no era prioridad para él.

Su madre empeoró de repente y tuvo que llevarla al hospital, dónde solo le dieron unos analgésicos para luego enviarla a su casa bajo el pretexto de que no tenían suficientes camillas y que ella no era una prioridad. Killian supo leer entre líneas y era consciente de que no la recibieron porque ellos dos no tenían nada de dinero para pagar las exuberantes cuentas del hospital. Incluso si les dijera que tenía trabajo, nadie iba a confiar en que un Doncel soltero pagaría las cuentas. Todo el mundo creía que los Donceles solo podían ser mantenidos por sus esposo o familia, ya que así era en la mayoría de los casos.

Killian prefirió no darle importancia. Su madre iba a morir de todos modos. Al menos ahora tenía analgésicos que la mantendrían en calma.

Después de aquel incidente Killian fue al trabajo, inesperadamente llevándose la sorpresa de que Mitchell no estaba y en su lugar había un joven chico de diecinueve años que parecía incapaz de no sonreír. Solo verlo hizo que Killian se llenara de amargura, y muy a su pesar admitiera que Mitchell no era la peor opción en todos los casos. Justo en ese instante le hizo falta aquel tonto doncel. Porque ese muchacho que lo reemplazaba era un gran fastidio.

El Doncel trató de seguir con su trabajo, pero el chico nuevo se le pegó como una pulga y no parecía tener intenciones de dejarlo quieto. Killian estaba molesto. Furioso, hasta indignado de que el universo le estuviera dando un día tan terrible luego de casi morir quemado. Porque sí, ahora recordaba todo el asunto del sacrificio humano y esas tonterías. Lo sabía, mas no le daba importancia ahora que ya había pasado. Estaba vivo. Eso era lo único importante.

Killian tenía suficiente con su patética vida como para preocuparse por algo que no llevaba a ninguna parte. Estaba vivo. Que bueno. Ahora a continuar con su miserable vida.

El turno se le hizo más largo ese día, teniendo que soportar las constantes idioteces que salían del chico nuevo mientras luchaba con las hormonas burbujeando dentro de su cuerpo. Con el celo cerca, todo él era incluso más irritable de lo normal. Ya no aguantaba mas al idiota que reemplazó a Mitchell. Estaba a solo un minuto de patearle los testículos si no dejaba ya de hablar. No es como si Killian tuviera miedo. Si lo arrestaban, su querida familia a la que jamás veía iba a sacarlo solo para no manchar el nombre de los WildDesert. Lo único que les importaba era la reputación.

Killian suspiró de alivio al oír el timbre que daba fin a su turno para abrirle paso a los del turno nocturno. Su alivio duró poco, pues el chico nuevo también salió en ese momento y tuvo la brillante idea de seguir a Killian. Bueno, más que seguir estaba caminando a su lado. Sea como sea, Killian estaba demasiado malhumorado y no tenía ganas de charlar o socializar de cualquier manera. Ni siquiera le interesaba en realidad.

El chico era todo un fastidio. Hablaba y hablaban. Blah, blah, blah. Killian no escuchó ni una sola palabra. Todo era balbuceos.

—¿Que opinas, Killian?

La Ofrenda Del Dios Del Fuego (BxB) (Última Parte De La Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora